Líder natural, chico de barrio, jugador de carácter, campeón, figura mediática, hombre comprometido, padre, marido, futbolista maduro. Kevin-Prince Boateng es todo eso y mucho más. Con 30 años y once temporadas superadas en la élite, el germano-ghanés ha pasado por todas las estaciones posibles en el fútbol. El personaje tiene un trayecto potente. Nacido y criado en Berlín, en la zona obrera de Wedding, allí recibió el adiestramiento que ofrece la calle. Figura juvenil en Alemania, niño prodigio en el Hertha, estrella caída en el Tottenham... Prince ha desperdiciado buena parte de su carrera entre caprichos y actitudes poco profesionales. Con el parentesis del Milan de Allegri, donde estuvo nivel crack. Él mismo lo ha reconocido.

El Boateng de Las Palmas es un tipo reciclado.reciclado Genio y figura, siempre, la estrella ha recuperado las ganas por competir. Gran Canaria, el balompié español, la propuesta de Setién y la convivencia con genios como Jonathan Viera, Tana o Roque Mesa le han devuelto la ilusión. Ese es el mejor aval posible. Sus cualidades técnicas y tácticas sumadas a su capacidad atlética siempre estuvieron fuera de duda. Esa es la diferencia entre el referente total de la UD -nueve goles y tres asistencias- y aquel imprudente que fue fotografiado fumando y bebiendo una cerveza en el vestuario, mientras esperaba para pasar un control antidoping tras un partido de la Bundesliga con el Schalke 04. Así ha liquidado a los escépticos y se ha convertido en una de las revelaciones del año.

¿Por qué Prince? El Valencia añadiría una buena ración de picante en ataque ración de picante, un gran recurso para tener en plantilla. Sumaría carácter, verticalidad, poder físico, juego aéreo, llegada, pegada de media distancia. En definitiva, multiplicaría sus recursos con un centrocampista -estilo Raúl García-, capaz de brindar una salida directa, asociarse, intimidar, romper en diagonal o correr al contragolpe. Además, también se maneja de maravilla como delantero boya, una posición que ya descubrió en el Schalke y en la que está dejando partidazos. Desde arriba fija a la defensa y baja el balón, lo protege, continua la jugada o la termina. Pero también se mueve con inteligencia y ataca los espacios. En el Bernabéu, por ejemplo. La dupla Garay-Mangala no olvidará la visita a Gran Canaria. Boateng destrozó a Mangala y recordó al mejor Drogba. En el primer partido de la temporada ya dejó un muy buen partido en Mestalla, donde marcó un golazo de cabeza. Esta temporada ha dejado constancia de su versatilidad en dos tramos. Hasta enero, fue mediapunta, casi siempre rompiendo en diagonal de izquierda a derecha (su pierna buena), con libertad para llegar, fundamental para encontrar su mejor versión. Ahora es nueve.

Prince no es un extremo de regate, desborde y centro. Tampoco es un 10 de fantasía o un filtrador de pases definitivos. Menos todavía, un organizador o un mediocentro de trabajo y recuperación. Boateng es un llegador. En la UD se ha adaptado de maravilla al juego de toque como recurso distinto por potencia y verticalidad, sin olvidar su capacidad de maniobra, su coordinación y agilidad en el remate.