El contexto y las expectativas son dos enemigos despiadados en el Valencia. La mezcla y su efecto contaminante también han estado cerca de consumir a tipos consolidados como Ezequiel Garay, irreconocible durante varios tramos de una temporada complicada y compleja. Mestalla esperaba más del argentino y el grupo reclamaba un plus defensivo que no ha sido capaz de introducir... hasta ahora. También queda la lectura inversa: el futbolista necesitaba más de un equipo corto en defensas con categoría suficiente, desequilibrado estructuralmente y con problemas en el eje central de la medular. Así, defender bien es difícil... incluso para el central más dotado. La llegada de Voro, su normalización y estabilidad han servido para recuperar una versión más reconocible del argentino. El mejor momento del Valencia coincide con una cuota mayor de solidez defensiva y no hay casualidades. Entre los responsables primeros está Ezequiel Garay. Por fin, protagonista en positivo.

La apuesta -fuerte- realizada (más de 20 millones de euros) para sacarle del Zenit de San Petersburgo tampoco le ha ayudado. Veinte kilos son doce más de lo que costó Mustafi y ocho más de lo invertido en Otamendi. Ese tipo de cuestiones pesan en la mente del aficionado que juzga y exige en concordancia. El único amortiguador que existe es el rendimiento y ahí es donde Garay está consolidándose. Llegó el última día de mercado, ha tenido que soportar el paso de tres entrenadores y superar algunos incovenientes físicos que le han cortado el ritmo puntualmente. Todo lo ha ido superando.

Su peor y su mejor versión

Su punto más bajo lo marcó hace un mes, en el Camp Nou, donde pareció oxidado, lento, fuera de forma. Durante el ciclo de Voro no hay un precedente así, aunque también puntuó muy bajo ante el Alavés o Las Palmas, donde Prince Boateng fue una pesadillaPrince Boateng para él y para su partenaire Mangala.

El tiempo ha fijado la actuación ante el Barça como punto de inflexión. Abril ha traido continuidad y firmeza al juego de Garay. Pocos errores, más aciertos. El argentino no tiene la exuberancia física de Mangala, pero es un central más previsible, en el buen sentido, más sólido. Ante el Depor estuvo entre los mejores zagueros de la jornada (sumó su segundo gol de la temporada). Ante el Celta permitió alguna ocasión demás en el primer acto, pero mantuvo la tendencia al alza. Y ante el Sevilla siguió en plan serio, insistiendo en que es el central que necesitaba el Valencia, sobrio, atento y seguro en los duelos tierra-aire. Siempre en su sitio para despejar el balón. El último ciclo devuelve a la memoria el nivel mostrado ante Athletic y Real Madrid, su mejor partido de la temporada. Por arriba, es uno de los mejores defensas del campeonato.

Garay se está descongelando. En San Petersburgo jugó la Champions y compitió con la exigencia de ganar todos los partidos, pero el nivel de LaLiga es superior en todo. No es un defensa agresivo y caliente, tampoco es el más rápido ni el más elegante sacando el balón. No va a ser jefe al estilo Otamendi o Ayala, pero puede ejercer un liderazgo tranquilo. Camino de los 31 años, desde la pausa y la firmeza puede establecerse como pilar maestro para la temporada 2017/18. La defensa tiene y puede crecer desde su figura. Eso es lo que debe esforzarse por proyectar en las jornadas que restan.