Pep Claramunt sigue dando patadas al balón a sus setenta años. Juega con su nieta María. De solo dos. Con ella rememora sus tiempos mozos cada vez que va a recogerla a la guardería en Puçol. «Yo le enseño a chutar, aunque lo hace bien. ¡Debe ser innato», bromea. La pequeña quiere con locura a su abuelo. «Te quiero», le dice a brazos de su madre Reyes y en medio de la inauguración de la exposición que lleva su nombre: «El nostres ídols, Claramunt».

Ese cariño de la ´xiqueta´ era el de todos. Familiares, amigos, vecinos y todos aquellos aficionados a los que hizo feliz con su fútbol. A Pep se le adora como persona porque fue un tipo «noble» y «que siempre iba de frente». Como jugador se le admira por ser una leyenda viva del Valencia. Puçol lo tiene claro. Ni Puchades, ni Albelda, ni Kempes. «Claramunt fue el más grande de la historia».

No solo lo piensan en l´Horta Nord. También muchos de los exjugadores del Valencia que coincidieron con él, le vieron jugar o alguien les contó la dimensión de aquel jugador en el fútbol español y europeo. Claramunt, por ejemplo, marcó la vida deportiva de Ricardo AriasRicardo Arias. «Fue mi ídolo de pequeño, porque yo cuando fiché por el Valencia jugaba de medio. Lo tuve de compañero dos años. Me llenó como persona y futbolista. Fue el que me acogió cuando yo era un canterano. Imponía mucho. El primer día me sentaron a su lado. Imagínate los temblores que tenía. Le hablaba de usted. Me obligó a hablar en valenciano. Pepe era un jugador muy completo, tiraba del equipo, era el primer en exigir, pero el primero en darlo todo. Tenía una técnica brutal. Sobresalía. Lo hacía fácil y bonito. Eso sí, dentro no congeniaba con todos, era de ideas claras y no todo eran amigos en el vestuario. Mi primer día con el primer equipo vino y me dijo ´Así no, lo tienes todo, vas bien por arriba, tienes calidad, tienes planta, pero o impones tu personalidad y pegas hostias o no vas a ningún lado´. A los pocos minutos le pegué una patada a Adorno que me dijo de todo».

El propio Adorno también tuvo la suerte de coincidir con él. «Para mí es sin ninguna duda el mejor jugador de la historia del Valencia CF. Era muy completo, tenía organización, mando y conducción. Tiraba las paredes conmigo y venía tan rápido que se le tenía que pasar adelante porque pasaba volando. Saldrán buenos, pero ninguno como Claramunt». Sol irrumpió en el equipo el mismo año. «Debuté con él, empezamos juntos. Lo veía y decía... ¿Cómo puede ser que juegue así? Hemos sido amigos y compañeros muchos años. Pepe ha sido muy grande, de los mejores de España. Me impactaba porque era rápido, inteligente, con una técnica fenomenal. Marcaba la diferencia. Peleó por el Valencia y pudo firmar por otros clubes. Como al que me fui yo... el Real Madrid», decía Juan.

«Le pinchaban para jugar si estaba lesionado y aguantaba el tipo, era de los profesionales más grande que he visto», contaba el gran Pepe Vaello. Giner no tuvo la fortuna de jugar con Pepe, pero seguramente sea quien más habla con exjugadores por su condición de presidente de la Asociación de Futbolistas y todos coinciden en destacar su grandeza. «Ha sido uno de los grandes. Pepe era un jugador extraordinario en el centro del campo, un batallador, un todoterreno. Hacía ir al equipo. Tiraba del carro. Fue un referente, un líder, jugadores así salen muy pocos. No me gusta comparar, pero sería un Xavi o un Iniesta. Un jugador ´top´ de Europa. No es fácil que un pueblo tenga a un jugador de su categoría. Ha llevado el nombre de Puçol por todo el mundo».

Eso siempre se lo agradecerán. Ayer lo hizo el alcalde Enric Esteve. «Es el mejor que ha habido nunca. ¡No sabes a las personas a las que han hecho feliz!». Igual de agradecido se mostraba el presidente de la Peña Juan Sebastiá. «Es el mejor valenciano de la historia sin duda». «¡Cuántas mentiras!», bromeaba Pepe. Detrás de ese carácter «especial», como todos repetían, se veían ganas de agradecer el cariño recibido. «¡Gracias! Ha sido un día magnífico para mí. Ver esta exposición que recuerda lo que has hecho en tu vida futbolística y compatirlo con vosotros es gratificante. Es señal de que hice bien las cosas. Que sufrí por ellas y ese sufrimiento, que ahora tiene recompensa, ha valido la pena». Pep continúa siendo un grande. Siempre lo será. Para Puçol, para el Valencia y para el fútbol.