Marcelino es la única garantía. El método del asturiano -su exigencia, ambición y mentalidad- marca el camino del cambio, a todos los niveles. Hoy, no hay otra personalidad a la que agarrarse para pensar que la temporada 2017/18 puede ser mejor. Mateu Alemany ha advertido que el verano va a ser largo, que las cosas no van a ir rápido porque «los fichajes y las entradas están complicados». Es la última semana de junio, es pronto y todavía no se ha producido el efecto dominó que suele desatar el mercado, pero la sensación de improvisación no es tan distinta a la de hace un año. No se adivina una ruptura significativa respecto al equipo heredado. Marcelino nunca ha querido hablar de revolución, pero agitar la estructura es imprescindible. El Valencia y Marcelino hace bien en exigir e insistir. El consenso en torno a su figura es absoluto y debería aprovechar ese impulso.

El dinero es importante, pero la falta de liquidez no justifica el efecto de vacío. En las dos direcciones: altas y bajas. Mateu han tenido margen suficiente para pensar, diseñar y actuar. Si no había liquedez, ya se sabía hace meses. Cerrar la plantilla en julio es una cosa y no tener absolutamente nada atado es otra muy diferente. El Valencia está llegando tarde. La secretaría técnica que comanda Alexanko ha trabajado, pero no puede abrir fuego. Todo el trabajo está hipotecado.

Nemanja Maksimovic es el único fichaje nuevo, heredado y con su situación en modo incógnita. Marcelino reconoció que no lo conocía. Las bajas de Pablo Piatti y Yoel estaban pactadas para el final de sus cesiones, sólo se ha trabajado por Mat Ryan, traspasado por seis millones de euros al Brighton. Uno menos de lo que se llevó el Brujas. Entre los cedidos, sólo se ha ejecutado la opción -obligatoria- por Simone Zaza y Fabián Orellana. Llegar a Mangala era económicamente imposible. Mientras, el rendimiento de Mario Suárez, Munir o Guilherme Siqueira desaconsejaba cualquier tipo de inversión. Álvaro Negredo, Rúben Vezo, Nando y Vinícius Araújo vuelven después de una temporada a préstamo. Lo normal es que ninguno continúe. El destino de Bakkali o Aderllan Santos no será muy distinto. Aymen Abdennour también está en la puerta de salida. Rober Ibáñez está en el tramo final de su recuperación (se rompió el ligamento cruzado) y tendrá su oportunidad en pretemporada.

Hay futbolistas como Fabián Orellana o Nani con las puertas abiertas. Ricardo Quaresma ha declarado que su socio quiere jugar Champions y podría volver a Estambul. Hace unos días, Marcelino aseguró que entre las prioridades para el ataque está reforzar las bandas, su preferencia es la izquierda, zona de acción de Nani. Las señales se acumulan. El chileno y el portugués se quedan cortos de intensidad y trabajo defensivo para lo que el nuevo míster pretende en las bandas. A priori. Encajarían mejor en la posición de segundo punta, posición en la que ya están Santi Mina o Rodrigo, uno de los hombres con los que cuenta el nuevo cuerpo técnico. Uno de los pocos que resolvieron su futuro antes de las vacaciones. La delantera tiene alternativas. Faltan extremos puros. Hay carencias. En cualquier caso, prescindir de Nani paerece demasiado. Simone Zaza es el primer delantero. Como sucede con José Luis Gayà, el italiano puede convertirse en fuente de ingresos. No hay más de donde tirar. La plantilla ha perdido valor. Joao Cancelo está exprimiendo la Eurocopa Sub-21 y su nombre ha reaparecido en la agenda de clubes importantes, pero ingresar 30 millones de euros no es tan sencillo como se había planeado hace dos años cuando se pagaron quince por él. Mateu Alemany tiene trabajo y falta una semana para que el equipo eche a rodar.

«Tenemos muy claro lo que queremos, tenemos muy claro el perfil del futbolista que necesitamos. El que se pone nervioso pierde y el que se precipita también.Trabajamos en una dirección muy clara para hilar fino y no equivocarnos. Este club no se puede permitir equivocaciones». El discurso de Alemany defiende una línea coherente. Los perfiles son clave. La paciencia, también. Sin embargo hay cuestiones que se podían haber abordado. No todo es dinero, aunque ayuda. Marcelino se va a presentar con Diego Alves, Enzo Pérez y Álvaro Negredo. También con Parejo. Todos metidos en la operación que debe transformar la línea de liderazgos. Para Alemany no son un problema... la cuestión es qué piensa Marcelino. Seguramente por eso introdujo un matiz fundamental: «Si el equipo vuelve al trabajo y alguno de los que no deba estar no ha salido, habrá que buscar una solución». Cambiar la columna vertebral es fundamental. Alemany también tiene claro que lo sucedido con Parejo el año pasado «no va a volver a suceder». El centrocamposta está en el mercado y gusta en plazas como Sevilla. Su ciclo está agotado y reanimarlo pasa por una apuesta fuerte de todos. Si se marcha, hay que traer uno igual o mejor. Lo mismo sucede con Enzo, al que podría relanzar en banda... como pivote se queda corto. La sala de máquinas quedaría en manos de Maksimovic, Medrán y Soler, una de las referencias del proyecto.

Alternativa con identidad

Esta plantilla en manos del entrenador asturiano debe y va a dar un salto. El rendimiento va a subir. Jugadores que no han dado el nivel, lo darán... pero tampoco puede hacer milagros. Necesita refuerzos. Marcelino tiene claro lo que necesita y donde concentrar la inversión: el eje central. El entrenador asturiano quiere un par de centrales -como mínimo- y un mediocentro. Muchos de los problemas del Valencia parten del eje central. Hace falta un medioncetro puro y no menos de dos centrales. Hoy, sólo Ezequiel Garay es fijo. Para los laterales, Marcelino confía en Lato y Nacho Vidal. También podría tener sitio Javi Jiménez. Alexanko ya advirtió que hay chicos que pueden formar parte del primer equipo. El trabajo de Curro en el filial va a dar cuatro o cinco futbolistas. Sivera podría ser tercer portero, Sito es un extremo puro, Nacho Gil puede reforzar cualquier posición del ataque y también está Mir. Son un buen complemento. Casi todos han agotado su ciclo en Segunda B y también están pendientes de cómo queda el Mestalla. Marcelino siempre diseña plantillas de 22 futbolistas, dos por posición, con la puerta abierta para la cantera. Puede ser necesidad, pero lo hace por convicción. Se crió en un club de cantera como el Sporting y siempre insiste en que el futbolista hecho en casa ofrece un plus en rendimiento por sentimiento de pertenencia e identidad. Soler, Gayà, Lato o Jaume también tienen un rol espiritual.

El Valencia puede apurar hasta el 31 de agosto por objetivos fundamentales en operaciones bajo control, pero no puede dejar el esqueleto pendiente de un hilo. Jaume, Montoya, Garay, Gayà, Carlos Soler, Zaza y Rodrigo. Esa es la nueva columna vertebral... salvo que el plan pase por Enzo, Parejo o Alves.