Hace unas semanas Rober Ibáñez visitó al doctor Ramón Cugat en su clínica de Barcelona para someterse a su última revisión y las sensaciones del médico que le operó no podían ser más positivas. Tenía los ligamentos muy duros, tanto como si hubiesen pasado dos años ya de la operación. El futbolista, que ha pasado un auténtico calvario desde que sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior y del colateral interno de su rodilla a finales del mes de septiembre, recuperó ayer su sonrisa al saltar al terreno de juego con sus compañeros por primera vez. Atrás queda la lucha psicológica, la rehabilitación y el trabajo en doble sesión. No ha tenido vacaciones y su principal motivación era volver a disfrutar de un momento como el de ayer. Sus compañeros le arroparon desde el principio al final de la sesión. Las bromas de Gayà, Jaume o Mina en los rondos pronto le hicieron sentir como si llevase meses trabajando con normalidad.

Rober quiere demostrar ahora su potencial y por delante tiene tres partidos amistosos para hacerlo antes del inicio de la temporada. El extremo fue reconocido como el mejor futbolista de la Liga en la jornada en la que se lesionó. Primera titularidad, dos goles, cuatro disparos, 85% de acierto en el pase. Todo salía a pedir de boca hasta que se lesionó en el 85´. Está apretando para volver más fuerte. Ya avisó: «cuando esté recuperado lo que quiero es jugar en el Valencia CF y triunfar». El contexto le acompaña y después de sus experiencias en el Granada y el Leganés agotará sus probabilidades de hacerse con un sitio en el primer equipo.