Marcelino marcó una línea clara desde el primer día y no admite dudas. El compromiso, la ilusión por jugar en el Valencia CF y el hambre por triunfar en Mestalla marcan la diferencia. No son valores huecos y atacan frontalmente la descomposición que estaba carcomiendo al vestuario durante las dos últimas temporadas. El cambio de mentalidad puede suponer un salto tremendo. La exigencia del cuerpo técnico en el trabajo ha generado un efecto en cadena. Marcelino es ambicioso y se ha marcado un reto: levantar al Valencia hasta el lugar que le corresponde. Es consciente de lo que significa triunfar aquí. No es propaganda. Mateu Alemany contagia entusiasmo en sus círculos cercanos. El director general está convencido de que la apuesta por el entrenador asturiano ha sido un acierto total. Puede ser una bomba competitiva, en el mejor sentido. Las bajas, la línea de liderazgos incipiente y el mercado refuerzan la nueva escala de valores.

¿Por qué el empeño en Kondogbia? La respuesta es sencilla: por su compromiso radical, por su apuesta sin dudas por el proyecto y por sus ganas de romperla en el Valencia. Su empeño ante los responsables del Inter de Milán marca la diferencia y puede ser esencial para que la operación termine en buen puerto. Con Jeison Murillo sucede lo mismo: en el Inter competiría con Miranda y Skriniar por la titularidad, para Spalletti cuenta y tendría opciones, pero se ha entregado al Valencia. Esa fue unas claves que impulsó la llegada de Neto. Mateu lo dejó claro en la presentación del brasileño: «Ha hecho todo por estar aquí y el fichaje hubiera sido imposible sin él... más allá de la calidad, coincide con lo que queremos que sea el nuevo proyecto: ilusión, compromiso y entraga absoluta al Valencia».

Por eso, se va a pelear por Kondogbia hasta que el mercado dicte lo contrario. Marcelino tiene un plan que pasa por potenciar al francés al límite y formar el centro del campo combinando su despliegue con el fútbol de Parejo. El míster tiene una visión y contiene la apuesta explosiva por el cosladeño. Marcelino y el club marcaron una dirección clara en su caso. Mercado, confianza y oportunidad. La respuesta de Parejo ha superado las expectativas y ha terminado con las dudas -que existían- en las tres partes implicadas. El paso al frente y sus cualidades le han servido para recuperar la capitanía. El envite es común.

Entre los hombres con peso, el caso Parejo nada tenía que ver con Enzo Pérez o Diego Alves. Marcelino pretende armar un bloque unido, por eso insiste en eliminar los elementos que no se entregan al colectivo, que priorizan los intereses individuales y dividen o hacen grietas. Todo lo que no suma, resta. En los momentos de crisis (que llegarán) quiere un equipo. Por eso tiene tan claro el perfil del jugador con el que cuenta. Se terminó la colección de cromos. Todo debe encajar.

Medrán, Rodrigo...

Lo mismo sucede en el caso de Gabriel Paulista. Marcelino le conoce del Villarreal, juntos funcionaron de lujo y es otra apuesta de rendimiento inmediato. Maksimovic cumple con el requisito, aunque su futuro esté abierto: se comprometió en enero sabiendo que iba a estar un semestre sin competir en Astaná.

Los jugadores con dudas, no interesan. La mezcla tiene todo el sentido, por eso jugadores como Montoya o Rodrigo han multiplicado su influencia dentro del grupo. Son modelo de compromiso, profesionalidad y madurez. Hay espacio para los méritorios, como Medrán, que se ha subido peldaños en la rotación con trabajo. Gayà, Jaume y Carlos Soler más Lato, Nacho Gil, Vidal, Javi Jiménez o Nando tienen plus. La cantera y los hombres hechos en el club también tienen un papel fundamental. No completan huecos. Son identidad, sentimiento y pegamento con la afición.