Un central de impulsos. De nervio y de anticipación. Esa es su gran virtud. Sin embargo, cuando aumenta sus revoluciones se convierte en su mayor defecto. Gabriel Paulista llega a Valencia para aportar intensidad y garra a la defensa, la parcela sobre la que Marcelino estructura su juego. El brasileño aterriza también para dar un plus en el juego aéreo y en esos centros laterales que tanto daño han hecho al Valencia en los últimos años. En definitiva, el nuevo fichaje valencianista mejora lo que hay en la plantilla.

Wenger fijó sus ojos en el central cuando vestía de amarillo. En el Villarreal, Gabriel dejó muestras de sus capacidades físicas y técnicas y eso llamó la atención del francés, quien sin embargo reconoció que el zaguero era un jugador por pulir. Con la anticipación y la velocidad al corte como su gran virtud, el entrenador sabía del exceso de confianza del nuevo fichaje del Valencia. Esa que le permite perseguir al delantero hasta el centro del campo o cualquiera de las dos bandas hasta anularlo. Sin embargo, en ocasiones, en esas persecuciones al punta ha dejado vacío el espacio a su espalda y ha permitido al rival generar peligro.

Ese arma de doble filo es tal vez el gran defecto del brasileño, central diestro, aunque puede actuar por ambos lados. Al margen de ese detalle, Gabriel es potencia, velocidad y recuperación. Además, Wenger se fijó en él por esa capacidad para controlar y dar sentido al balón. Sin ser exquisito en esa parcela, sí otorga un salto de calidad al equipo en la salida, actualmente con carencias en ese aspecto.

Carácter que contagia

Gabriel Paulista ha demostrado durante toda su carrera no arrugarse ante nada ni nadie. Diego Costa, Mandzukic o Barkley han sido algunos de los que le han sufrido. En la Premier además ha explotado, a pesar de no haber rendido en líneas generales, en su habilidad en el juego aéreo. Un coloso en el salto en estático y eficiente cuando tiene que perseguir la marca. Cualquier balón llovido del cielo llega a la cabeza de Paulista como si de un imán se tratara. Marcelino consigue así bajar el margen de error en las jugadas a balón parado y en los centros laterales, un plus para rearmar la seguridad defensiva.