Andreas Pereira es fantasía e ingenio, pero también personalidad y conocimiento del juego. Ha sacado lo mejor de todas las culturas con las que he crecido. Andreas tiene sangre brasileña, comenzó a jugar al fútbol en Bélgica, fue pulido a la holandesa -por el PSV Eindhoven- y terminó de formarse en el Manchester United. Jogo bonito con adiestramiento a la europea. Marcelino ha incorporado un futbolista con enormes posibilidades, pero con su posición ideal por definir y con una sola temporada en la elite (Granada), aunque, viene de hacer la pretemporada con Mourinho y antes trabajó a las órdenes de Van Gaal y el resto de estrellas de los Red Devils.

La temporada pasada, con el Granada, participó como interior izquierdo, más pegado a la banda y también como centrocampista de ataque. Andreas activa la competencia interna en todas las posiciones del centro del campo. Nació como 10, pero ha demostrado que puede acercarse a la posición de ocho -que también le encaja- y puede arrancar fuera-dentro, aunque no es un extremo de pegarse a la cal y buscar la línea de fondo. El brasileño está más cerca de ser un Carlos Soler que un Gonçalo Guedes. Puede que por eso el club haya permitido salir a Álvaro MedránÁlvaro Medrán. Su posición ideal -mediapunta- no existe dentro de la estructura de Marcelino, pero tiene entrada en el 4-4-2 por cualquiera de las dos bandas y como complemento creativo en la sala de máquinas que comanda la dupla Parejo-Kondogbia. Su adaptación puede lanzar a Guedes como alternativa para la delantera. Son variantes. En cualquier caso, los dos multiplican las opciones.

Un rompe líneas

Andreas tiene trabajo y físicamente está creciendo, pero no es un especialista defensivo; no tiene ese ADN y le falta cuerpo para los duelos tierra-aire. Sin embargo, si es una opción interesante para iniciar el juego en campo propio y -sobre todo- lanzar el ataque. Encaja en el ataque rápido por cambio de ritmo, velocidad y capacidad para desplegarse con el balón pegado al pie. Siempre con la cabeza levantada. El brasileño es un jugador para disfrutar (en su mejor versión), que entra por los ojos. Rompe líneas por calidad en el pase (corto y largo) y salida en conducción: acelera, elimina rivales, ataca el espacio, tira paredes (toca y avanza), busca posiciones de disparo o asistencia. Es un interior de manual. Una pieza de enlace entre el centro del campo y el ataque. Capaz de acelerar el paso, verticalizar y penetrar por regate o participar del juego posicional. Toque, toque, toque. En espacios reducidos y bajo la presión del adversario, tiene agilidad y soluciones técnicas para girar, guardar el balón o combinar. En campo abierto, también te mata porque siempre mira al frente. Es un acelerador de la jugada, como le gusta a Marcelino.

En el Valencia tendrá responsabilidad y un contexto de confianza, con hábitos competitivos exigentes. Su referencia más sólida la ofreció la temporada pasada en Granada, hasta entonces era una estrella juvenil. Pese a las dificultades (inexperiencia en la plantilla, mala planificación, vestuario roto) el jugador nunca desconectó y se adaptó a diferentes sistemas con Paco Jémez, Lucas Alcáraz o Tony Adams. Andreas jugó partiendo desde la banda, pero dejó claro que necesita libertad. En el 4-3-3 o en el 5-3-2 jugó cerca de los mediocentros, con Carcela o Boga por delante, como extremos o atacantes. En el desastre, Pereira terminó como mejor jugador, máximo anotador (cinco dianas, como Carcela o Kravets) y máximo asistente con tres pases de gol. Fue el generador de peligro número uno por más tiros a puerta (2.1 de media), más pases clave (1.5) y más centros por partido (0.9). Números fríos, pero interesantes. Uno de sus valores principales es el golpeo de balón. Tiene un guante y es preciso de media-larga distancia. Diestro, tiene salida por los dos perfiles porque maneja de lujo la zurda, tanto que en ocasiones ejecuta el balón parado con la izquierda. El brasileño es un plus para la estrategia, cuestión que siempre ha trabajado para potenciar. Le pega duro y con dirección.

Especial en su generación

Maneja de maravilla el balón y le gusta sentirse protagonista, pero no es perfecto, tampoco está rematado. Si fuera un cañón estaría en el Manchester United. Marcelino tiene trabajo: equivoca decisiones, asume riesgos innecesarios (debe aprender dónde y cuándo jugársela) y comete demasiadas pérdidas de balón, le falta seguridad y precisión, también le fallan las revoluciones en tareas defensivas.

Nada que no se puede corregir con trabajo y partidos. Andreas Pereira tiene el sello de calidad de Sir Alex Ferguson, que advirtió un diamante en bruto en él. El escocés se empeñó en ficharlo para el Manchester United cuando tenía 15 años. El brasileño nació en Duffel durante la etapa de su padre -Marcos Antônio Pereira- en el balompié belga. Los Pereira son brasileños, pero Andreas nació y se crió en Bélgica porque papá desarrolló allí prácticamente toda su carrera como delantero. Andreas empezó en el Lommel y a los nueve años pasó al PSV, donde llamó la atención de los cazatalentos de Ferguson durante la célebre Premier Cup de Mánchester... también de Arsenal, Liverpool y Chelsea. Para entonces ya era un fijo de las inferiores de Bélgica, era la joya de su generación. Ferguson se lo llevó a Carrington y le hizo firmar, aunque no empezó a rodar en las inferiores de los Red Devils hasta cumplir los 16 años, en 2012. Su progresión se mantuvo constante, acumuló distinciones individuales y títulos. Louis van Gaal no se resistió y le hizo debutar en agosto de 2014 ante el MK Dons, en Copa de la Liga. Tenía 18 años. Su estreno en Premier llegó en marzo de 2015, entró desde el banquillo (minuto 77) por Mata, jugador muy cercano a Andreas, como Fellaini. Buena señal. Van Gaal iba en serio. Brasil no lo dejó escapar y le llamó en categoría Sub-20, no hubo dudas porque siempre se sintió brasileño: joga bonito.