Por segunda jornada consecutiva las sensaciones importan más que los puntos. El Valencia CF suma, sale invicto de los duelos ante Madrid y Atlético y, sobre todo, continúa reconquistando la fe de la afición. La fórmula puede parecer sencilla, pero aplicarla en València no lo ha sido tanto para la colección de técnicos que han precedido a Marcelino desde la inmolación de Nuno, aquel portugués que quiso abarcarlo todo y acabó perdiendo el control del grupo. Para cualquier entrenador, el dominio de la voluntad de sus futbolistas encabeza la tabla de mandamientos. La entrega de los blanquinegros en el empate de este sábado frente a la militarizada tropa de SimeoneSimeone es la última prueba de que Marcelino lo está logrando y se añade a la lista de argumentos para creer en el Valencia 17/18.

El Atlético abrió las hostilidades con una presión avanzada y agresiva. Correa se encontró con la pelota en la zona de tres cuartos, fruto de una pérdida valencianista, y disparó un balón envenenado tras rebotar en Garay. La mano de Neto salvó el gol. El Valencia despertó y a partir del minuto diez ofreció una lucha de poder a poder con el Atlético. El equipo y la afición reaccionaron en conjunto, en una perfecta armonía, demostrándose que los seguidores han aceptado ilusionados el reto de empujar a los suyos a las posiciones que corresponden. Para ello, el equipo debe dar y, por ahora, está dando razones para el optimismo: solidez defensiva, concentración, sacrificio táctico y momentos de buen fútbol. Falta más gol.

El Valencia-Atlético fue un encuentro de alto voltaje. Táctico, intenso, muy duro en la zona central y sin apenas espacios para la creatividad. Es decir, un calco de los enfrentamientos que Marcelino y Simeone ya habían protagonizado cuando el asturiano dirigía al Villarreal. En uno de los pocos resquicios para la habilidad el debutante Andreas Pereira rompió hacia el medio, regateó a un oponente y probó fortuna con un chut que se elevó demasiado antes de sobrevolar al esloveno Oblak. Poco a poco, los locales fueron metros, presencia en campo rival y tiempo con el balón gracias a un excelente trabajo grupal en las recuperaciones. Una faceta con la que un portentoso Kondogbia tiene enamorada a la grada.

Sin embargo, los colchoneros seguían vivos, algo más retrasados pero tranquilos y sin padecimientos frente a un Valencia con pocas luces ofensivas frente a tanto orden. A la media hora los visitantes dispusieron de la ocasión de gol más clara. Thomas se hizo con un balón perdido por Kondogbia y Correa lo puso rápidamente en el área. Vietto, al que Simeone no quiso ceder, se revolvió ágilmente, despistó al marcador, pero remató arriba. Los blanquinegros respondieron, aunque de forma más tibia. Un centro de Gayà cabeceado por encima de la portería atlético por Rodrigo.

La intensa batalla prosiguió durante los segundos 45 minutos. Una pelea noble salvo excepciones, como el manotazo de Carrasco a Soler, que debió ser castigado por un árbitro que nada quiso saber. Gabriel Paulista firmó un debut colosal tras meses de inactividad. Seguro, intenso en los cortes y valiente a balón parado. El brasileño tuvo la mejor ocasión local, un testarazo tras saque de falta de Parejo. Alto. Oblak seguiría inédito hasta el final. Los cero remates a puerta del Valencia desnudan sus carencias.

El cero en la portería rival resta, pero en la propia suma. El equipo ya ha dejado más veces (2) su arco a cero que en toda la primera vuelta del pasado curso (1). Neto volvió a ser decisivo en ese objetivo de la portería a cero desviando un chut cercano de Gaitán en el minuto 60. Los cambios no restaron ni un ápice de emoción. El cansancio abrió algún espacio más en campo valencianista, aunque las ayudas de hombres como Kondogbia o Soler hicieron que Mestalla aplaudiera el triunfo de la defensa por encima de todo, de una vanguardia en la que Guedes dejó destellos de luz.