El resurgir del Valencia se mide en baremos que van más allá de lo estrictamente visible sobre el césped y exige análisis que trasciendan aspectos como el estilo de juego, la solidez defensiva o la mejora en la producción ofensiva que está llevando a cabo el equipo desde un tiempo a esta parte. De puertas hacia adentro los actores que conforman el día a día del Valencia señalan que una de las grandes claves del éxito de Marcelino reside en convencer extremando el cuidado en los detalles y eso está dando lugar a que muchos jugadores se encuentren camino de su mejor versión. El asturiano mezcla la rectitud de un método de trabajo basado en la exigencia, el compromiso y la disciplina a todos los niveles con una manera de gestionar que fomenta la integración y el sentimiento de pertenencia dentro de la plantilla. Sentido y sensibilidad.

La decisión de poner a Jaume de titular en Anoeta es la última anécdota que contrasta esta realidad que inspira a los futbolistas. El Gat d’Almenara salió y demostró a Marcelino que puede contar con él para lo que quiera: protagonizó cuatro paradas de nivel y no acusó ni un mínimo la inactividad, algo de mérito en una posición con tantos matices como la suya. El Valencia tiene dos grandes porteros y eso lejos de ser un problema el cuerpo técnico lo asume como una oportunidad.

«Vengo manifestando que estoy muy orgulloso de trodos los jugadores, decirlo es muy sencillo pero la forma de demostrarlo es con hechos y tomando decisiones. Estoy súper satisfecho del rendimiento de Neto pero también del de Jaume. Merecía esta oportunidad porque es un chico súper trabajador, valencianista, siempre animando al compañero, siempre buscando el bien del equipo. Tenemos dos porteros excelentes y estoy muy satisfecho de ambos, hoy en concreto de Jaume por el nivel que ha dado. Esto lo volveremos a hacer en el futuro», argumentaba el técnico nada más acabar el partido. No es casualidad. La contribución del ‘1’ en el día a día es impecable. Es uno de esos futbolistas que trabajan al 150% y elevan el nivel competitivo de la plantilla en los entrenamientos. Su impacto es puramente positivo y merecía su oportunidad. Hace unos días SUPER captaba algunas frases de Jaume a sus compañeros en una sesión a puerta cerrada que hablan por sí solas acerca de su ascendencia sobre el grupo -es uno de los capitanes- como de su determinación.

Un rol fundamental

«Nadie anda, nadie anda», vociferaba el guardameta para mantener la tensión de todos sus compañeros en un partido reducido durante los últimos instantes de una sesión agotadora. «Gonçalo, no bajamos, vamos, vamos Gonçalo, aprieta», animaba a Guedes. «Atento Gabriel, nos quieren hacer el lío aquí, hay que estar encima», comentaba poco después a Paulista exigiéndole concentración. Por último, pedía a Rober Ibáñez que se empleara a fondo en cada acción: «Vamos Rober, máquina, no nos guardamos nada».

El efecto logrado es que a ojos de los futbolistas todo tiene sentido: manda una coherencia y en contraste con años anteriores el discurso que del responsable del banquillo no tiene dos caras. Cada decisión se entiende. La sintonía es total, el cuerpo técnico contagia y el resultado es similar a la respuesta obtenida por parte de la plantilla adoptando las estrictas rutinas de alimentación. Del cómo se gestionó la rabieta de Zaza a la posición de Soler, el peso de Parejo en el equipo o el guiño a Marc Ferris y Javi Jiménez en la rueda de prensa posterior al partido ante la Real. Todos los jugadores están motivados y eso añade cemento entre las juntas del vestuario. El sentido de la palabra equipo queda reforzado y eso, una vez más, no es casualidad, cada movimiento -como el perfil de los fichajes- ha ido asociado a potenciar una serie de valores dentro de la plantilla. Tras ser protagonista en Anoeta Jaume sabe, ahora todavía más, que es un activo importante en el equipo.