Muñiz y Marcelino se conocen a la perfección. Los dos entrenadores comparten base ideológica y tienen claro que será complicado sorprenderse. Siempre hay una carta que puede tomar un valor diferencial, pero la lógica preside el guión del Derbi: potenciar virtudes y disminuir defectos para atacar las debilidades del adversario y dejar sin efecto sus puntos fuertes. Dentro de ese ajedrez estratégico, Marcelino ya ha advertido que el terreno de juego pertenece a los futbolistas, al número de duelos que sean capaces de conquistar. Va a ser bonito. El partido está cubierto por una sensación de igualdad sin precedentes. Inercia positiva y confianza. Los dos equipos se sienten fuertes. La diferencia puede estar en la mentalidad, en la obsesión por competir que Marcelino ha recuperado. Esta vez sí, el Valencia tiene claro que no puede visitar el Ciutat como si fuera un estadio más. Hay cuentas pendientes (cuatro derrotas consecutivas) y hambre por reivindicarse. La victoria sería un golpe de mando, la forma de dar un valor extra a los puntos obtenidos en estas primeras jornadas. La premisa es similar en un Levante que hace tiempo se liberó de viejos complejos. La rivalidad -deportiva- tiene sentido en los dos bandos.

El Derbi tiene mucho contenido. La impronta de los dos entrenadores se siente... aunque Muñiz lleva una temporada de ventaja. Por eso Marcelino se ha empeñado en dar un paso al frente durante esta semana: quiere más ritmo, más agresividad y más precisión. El Valencia se ha defendido con orden, pero tiene que crear-llegar-rematar mejor. La forma de las defensas está clara. También el ataque: Marcelino piensa en partir la dupla Chema-Postigo con Zaza y Rodrigo. Ese dos contra dos es uno de los puntos calientes. Los hombres de banda y la sala de máquinas está en el centro de todo.

Con balón y sin balón

Hay muchas formas de mandar e imponer la iniciativa propia. Los dos equipos se sienten cómodos presionando y corriendo, buscando el ataque rápido. En ese sentido, la forma, el número y los nombres de la medular pueden determinar el cómo, el dónde y el cuándo. Andreas o Guedes, Kondogbia, Parejo y Soler en el 4-4-2 de Marcelino. Jefferson Lerma en el poste bajo, más Ivi, Bardhi, José Campaña y Jason en el 4-1-4-1 de Muñiz. Róber Pier sería el sacrificado respecto al once del Bernabéu disponiendo un plan A mejor preparado para la acción en campo contrario que para la respuesta en campo propio. Róber Pier (también Doukouré) quedaría como parte de una alternativa más física y enfocado a la contención.

El bloque está por encima de todo, pero los duelos ‘directos’ pueden resultar definitivos. Ese cinco contra cuatro en el centro del campo obliga a los delanteros del Valencia a trabajar sobre el primer pase del Levante y ofrecer una salida permanente. Borrar a Lerma y a Campaña de la ecuación es fundamental. Los dos son básicos para el mando del Levante. Geoffrey Kondogbia está obligado a imponerse en la doble función que Marcelino le ha confiado para recuperar, cambiar de velocidad y tener presencia en las dos áreas. El francés, Parejo y Soler tienen que dar un golpe de mando.

Parejo-Campaña se miran en el mismo espejo. Muñiz ha dado al sevillano forma de medio total. Parejo es la apuesta de Marcelino. Soler y Bardhi son el genio, los generadores de ocasiones del Derbi y de LaLiga. La calidad de Carlos es imprescindible para que rompa el mejor VCF. Es intocable, pero no lo puede todo. Andreas tiene que crecer en la banda izquierda, justo donde el tiene a Ivi, su hombre gol. Guedes es el as en la manga por pura explosión. Hay Derbi... La personalidad de los centrocampistas marca tendencia.