Su currículum con las inferiores de la selección es impresionante. Líbero Parri es uno de los pocos valencianistas que han ido al Mundial Sub-17. Fue en Nueva Zelanda en el 1999. Era el capitán y la estrella de una generación que contaba con Reina, Jonathan Aspas, Fernando Navarro, Arteta Nano o Crusat y que pinchó en fase de grupos. Ajax, Barça, Madrid, Atlético... En su momento todos preguntaron por él. La perla de la cantera, sin embargo, nunca se asentó en el primer equipo. Su carrera podría inspirar el guion de una película.

En 1999 Líbero Parri llegó al Mundial Sub-17 de Nueva Zelanda como Ferran Torres y Hugo Guillamón.

Sí, igual que Ferran y Hugo fuimos campeones del Europeo y ahí empezó esta generación a tener cierto nombre. Jugadores como Arteta, Nano, o mi caso mismo, tuvimos opciones de salir al extranjero a equipos importantes. Ninguno se fue pero nos consolidamos y a partir de ahí fuimos referentes en nuestro club. Fuimos con la vitola de haber ganado en el Europeo y nos llevamos un guantazo. Fue una enseñanza positiva, ahora con la perspectiva del tiempo, digo que fue un aprendizaje donde el fútbol nos puso a cada uno en su sitio. No por haber hecho un buen torneo previo o haber jugado bien vas a ganar el Mundial. En el fútbol cada día tienes que dar el máximo y más en un torneo de tanta competencia: nadie te regala nada. Un consejo que les daría es que piensen que no se ha hecho nada, hay que seguir trabajando para seguir teniendo éxito.

¿Qué falló en aquella generación?

El exceso de confianza. Cuando quisimos arreglarlo, cuando nos preguntamos qué nos estaba pasando y nos dimos cuenta de que la estábamos liando ya era tarde. Hay una frase que mi hermano Socra me contaba cuando era profesional con Víctor Espárrago y que llevo siempre grabada. ´Ahora que usted puede no quiere, cuando usted quiera no podrá´. Viene perfecta al caso. El equipo no terminaba de estar bien, de tener la sensación del Europeo, y eso nos llevó a situaciones de nerviosismo, malas caras, también por parte del cuerpo técnico. El comportamiento tampoco era el mejor... Nos creíamos algo más de lo que éramos y lo pagamos.

¿Cómo vivió aquello de viajar a la otra punta del mundo con 17 años?

Me acuerdo de llamar a casa desde allí. La diferencia horaria es brutal, doce horas. Estábamos alojados en casetas de cuatro o cinco y cuando me levantaba, antes del desayuno, nos dejaban tiempo para ir a la cabina telefónica. Recuerdo que mi padre estaba cenando, iba a ver un partido en la televisión y me preguntó cómo había quedado el partido que él iba a ver a continuación. ´Allí ya habrán salido los periódicos´, me decía (ríe). Nos reíamos mucho.

¿Uno es consciente de lo que hay en juego? Cualquier circunstancia puede determinar una carrera.

Yo no era del todo consciente ni me preocupaban esas cosas, eso me ha pasado desde siempre y creo que jugó en mi contra a la larga. Uno debe creérselo más, siempre en su justa medida, y pensar lo que quiere y lo que puede conseguir. Yo me dedicaba a jugar y a divertirme. No pensaba más allá. Se jugó el Europeo, se hizo bien y tuve una oferta muy importante del Ajax... Hasta que el Valencia me llamó y pude seguir aquí. Era la ilusión de mi vida. Había entrado en Paterna a los diez años y lo era todo. Recuerdo tener la oferta y que el club no movía ficha, veía que me tenía que ir. Lloraba en la cama porque iba a tener que dejar mi vida y empezar una nueva, hasta que al final me llamaron.Un Mundial es lo máximo que puedes jugar en esa edad, teníamos una generación buena y me quedó esa espinita de no haber aprovechado la ocasión. Eso pasa y no vuelve.

En su generación había grandes figuras pero seguro que jugó con algunos que luego no llegaron.

Arteta, Nano, Reina, Rubén€ Algunos han llegado al máximo nivel y hay otros, como puede ser mi caso, que hemos podido tocar la élite pero que no hemos tenido una carrera como la que se podía proyectar en ese momento. Hay una gran dificultad, incluso a esos niveles. En una escuela que pueda tener 300 chiquillos lo más normal es que no llegue ninguno.

Su currículum en las selecciones inferiores es realmente brillante.

En la Sub-21 ya me costó porque había gente que seguía avanzando y cuando se metían a nivel profesional yo empecé a no afianzarme en la trayectoria que proyectaba. El Valencia empezó a cederme y otros seguían y estaban en Primera. Yo lo notaba por ejemplo con Vicente Rodríguez, con el que había ido toda la vida a la selección. Sentí que me faltaba un punto de cocción.

Líbero Parri, como Ferran Torres, tenía muchas ofertas en ese momento...

A mí me quería todo el mundo. Se habló con el Barça, el Atlético, con el Madrid, se habló con todos. Yo estaba al margen, no me interesaba eso, mi ilusión era jugar en el Valencia y estaba muy a gusto aquí, de verdad. Lo tenía todo, era feliz.

Era capitán y referencia de esa selección, un jugador ´top´ a su edad... Llegó al Mundial con más fuerza que Isco o Silva. ¿Qué ocurrió después?

Cuando llego al primer equipo las cosas ya no van tan rodadas. Estaba en la mejor época del Valencia, jugar era muy difícil, jugaba a ratos y anteriormente había ido todo un poco acelerado. Jugaba pero no lo suficiente para desarrollarme bien. Esa precipitación me lleva a no poder estar en la primera plantilla fijo y empiezo a salir a Segunda. Pienso que faltó contexto. Mandar a un chico de 18 años a un equipo conjugadores que habían jugado en la época de mi hermano, igual no era lo ideal. Entiendo a un entrenador que se está jugando la vida y en esa situación le cuesta jugársela con un chiquito que viene cedido, por mucho talento que tenga. Los dos primeros años que me fui cedido creo que no se gestionó bien. Tuve partidos buenos pero no tenía la continuidad ni la solidez... No la tuve. Y no le echo la culpa a nadie. El primer culpable a lo mejor sería yo...

¿Por qué?

Por no dar todo... A lo mejor, pienso. Yo lo daba todo pero a lo mejor es que no llegaba. No lo sé.

En aquel Valencia, el mejor de la historia, era difícil hacerse un sitio.

Baraja, Albelda en su mejor momento... Yo debuté en Primera por Mendieta en Pamplona. Cúper me ponía muy por fuera, de carrilero... Yo decía, madre mía. Luego me fui a Elche, nos salvamos contra el Compostela el último partido. Fui a Soria y tuvimos cuatro o cinco entrenadores. Fueron años difíciles.

¿Llegó a pensar en dejar el fútbol?

Sí, porque era algo que yo no había vivido nunca, siempre había estado recogido, potenciado, me sentía importante. Fue duro. El chiquito de 18 años es el primero que se cae. Recuerdo en Soria, un capitán, decirle al entrenador que yo tenía que jugar... Y él jugaba en mi sitio. Dijo: ´no, Parri no va a jugar´. Yo estaba allí viéndolo todo y decía ´no puede ser´. Esas situaciones me dejaban KO. Me planteé decir que lo dejaba, que qué estaba haciendo yo ahí. En ese momento lo pasé mal, ahora me alegro por las experiencias que me ha dado para lo que estamos haciendo. Me ayuda a entender situaciones para asesorar a los jugadores. En Albacete sí encontré ese contexto, Ferrando me supo sacar el jugo. Subimos a Primera y ahí me sentí preparado para volver al Valencia pero no pudo ser.

Benítez le llegó a llamar a mitad de aquella temporada y le dijo que el curso siguiente contaba con usted.

Sí, durante el año me llamó. Estaba García Pitarch de director deportivo. Luego Rafa se va al Liverpool, viene Ranieri y se trajeron un montón de italianos. No cabía en el equipo y se buscó otra salida. Eso fue un golpe pero dije ´bueno, pues nada, a seguir´. Y me fui al Racing.

Cuando ya lo tenía le cambia el escenario y vuelve a quedarse fuera.

Sí, además había hecho toda la pretemporada. Fueron dos giras. Los que fuimos a Japón ya era la plantilla. Era un hecho, yo estaba dentro, pero al final no me quedé. Y luego vino el palo más grande. Con Quique Sánchez Flores. Hice la pretemporada y el míster me felicitó. Me dijo que le apenaba mucho pero no tenía sitio para mí. No era una cuestión de nivel, sino que no cabía. Y ahí fui yo quien decidí algo que no fue lo más acertado. Tiré más de corazón. Quique me ofreció ir a Getafe en Primera, él venía de allí, pero Ferrando había vuelto al Albacete y me llamó para jugar en Segunda. Se lo agradecí pero decidí irme con César. No fue la mejor decisión deportivamente.

Y se retira en 2010, con 28 años.

Rescindo con el Valencia y me voy al Albacete. Ahí empiezo a tener problemas de pubalgia. Yo nunca había tenido molestias. En el calentamiento de un partido contra el Alavés comencé a sentirlo y comencé a pincharme... No sabía lo que era. Empecé con un pinchazo antes del partido para jugar y acabé pinchándome cuatro veces a la semana para cubrir la semana. Decidí operarme, no quedé bien y después me fui a Cádiz. Les avisé de que no estaba bien, el equipo descendió y me fui al Nàstic. Faltando un mes para acabar la temporada recaí y lo dejé. Dije que no podía, lo dejaba. Tenía ofertas pero les dije que no, que yo no quería engañar a nadie.

Supongo que esa decisión no es fácil de tomar y menos a esa edad...

Nada fácil. En casa fue un problema porque yo no avisé. Fue difícil por lo que pasó un par de años antes, desde que salgo de Cádiz, perdonando dinero y una serie de decisiones que me llevan al Nàstic. Es algo que no tengo programado y tengo que inventarme. Lo dejé y ahí, sin querer, empiezo a meter cabeza en la representación (actualmente trabaja junto a sus hermanos Mario y Sócrates en la agencia Parri Group, encargada de los servicios de Gonzalo Villar, entre otros). Con Líbero habría incidido en la mentalidad. En creérselo, que estuviera convencido de que era capaz y se lo creyera para ser consciente de dónde estaba y lo que podía hacer. Creo que había que convencerle de ver la realidad. Incidir en que el fútbol no era un juego sin más y divertirte, aunque eso es lo primero, pero joder, es que era bueno. Mi sueño sería trabajar en un club y aportar la experiencia de mi trayectoria y mi vida para hacer realidad la carrera de jugadores con proyección.