Turno para Jeison Murillo. La dupla Gabriel-Ezequiel Garay formó ante el Alavés y la política de rotaciones de Marcelino en el centro de la defensa anuncia cambio. Así ha sido hasta ahora. El colombiano completó dos partidos tremendos -ante Betis y Sevilla- antes de reposar en Mendizorrotza; está en en un momento de carga total y crecimiento. Jeison está encantado, todo acompaña y siente que va a más. Como sus compañeros, está reciclando la alternancia en positivo, aunque es el que menos minutos acumula.

Los tres se sienten protagonistas, los tres se entienden bien y los tres están frescos, dispuestos para ofrecer un diez sobre el campo. La competencia interna está viva y la fórmula está ayudando a recuperar la mejor versión del pack. Hay buena química. Un trimestre después de su fichaje, el entorno de Murillo no tiene dudas: "Fue un acierto venir al Valencia.

El equipo va como un tiro, el ambiente es magnífico y el jugador es feliz. Ha entrado de maravilla en el vestuario y ha conectado con la afición, con el club, con Marcelino, con Mateu Alemany. La apuesta por el Valencia está saliendo como esperaba, incluso mejor. Cuando surgió la posibilidad de venir, no lo dudó. Estuvo decidido desde el primer momento. En Milán estaba cómodo, también en el Calcio y Luciano Spalletti le quería, pero la posibilidad de sentirse grande en un gran Valencia peso mucho más.

La historia tiene puntos en común con la de Geoffrey Kondogbia, su compañero en el Inter durante el último ciclo. Tras dos temporadas de inestabilidad, decepciones y muchos partidos perdidos, Jeison tenía claro que necesitaba un cambio, un nuevo desafío, un equipo capaz de responder a sus ambiciones. "Murillo no aguanta la derrota... no le gusta perder, no tolera no competir". Así describen su carácter quienes mejor lo conocen. Es un ganador. Un jugador dedicado 100% al fútbol y con la familia como prioridad. Profesionalidad, categoría y personalidad; dispuesto a brindarse al colectivo, como tanto valora el cuerpo técnico.

El Valencia apareció en el momento justo. El proyecto de Marcelino era la oportunidad para regresar al fútbol en el que se hizo jugador de élite (llegó con 18 años y tiene pasado en Granada, Cádiz, Las Palmas), a un campeonato en el que había ofrecido un alto nivel y a un país donde encaja; de hecho, tiene la doble nacionalidad e incluso se habló de la posibilidad de reclutarlo para la selección española.

LaLiga y la filosofía de Marcelino son ideales para sus cualidades y para su forma de entender el juego. La reciprocidad entre las partes es absoluta. Murillo habla maravillas de la metodología y del entorno de trabajo, centrado en el alto rendimiento, todo enfocado a que los futbolistas puedan desarrollar sus cualidades al máximo. Ante Málaga, Betis y Sevilla -sobre todo en los dos últimos- se vio a un Jeison en plenitud. "Está empezando a arriesgar y a conquistar cada vez más situaciones de uno contra uno; eso es buena señal", dicen.

Ofrece una salida correcta, gana todo tipo de duelos tierra-aire, sale de zona con agresividad y defiende fuera del área con firmeza. ¿Su mejor nivel? Sus seis primeros meses en el Inter -junto a Miranda- fueron impresionantes por tono atlético y nivel mental. Estuvo insuperable y daba espectáculo por velocidad, salto y contundencia en el cruce. Llegó lanzado de la Copa América 2015, donde fue incluido en el once del torneo (la defensa ideal fue Otamendi-Medel-Murillo) y elegido mejor joven. Con 25 años, trabaja muy fuerte para desarrollar todo su potencial dentro de un marco perfecto. "No sabemos hasta dónde puede llegar", aseguran quienes guían su camino. Todavía no hemos visto al mejor Murillo.