Llegar a la élite del fútbol es muy difícil, solo un mínimo porcentaje de los niños alcanzan su sueño. Y Andreas Pereira respira fútbol desde que nació. Con solo cuatro años acompañaba a su padre Marcos a los entrenamientos del Saint Truiden y lo hacía con un balón pegado a sus pies, comenzando a jugar con niños dos años mayores. No tenía miedo, como reconoce su padre, "quería jugar a fútbol todo el tiempo". Hoy, el pequeño Andreas tiene 21 años y se ha hecho un hueco en el Valencia CF después de mucho sacrificio que no siempre tiene recompensa.

Son algunos detalles que cuenta el propio padre de Andreas Pereira en una entrevista realizada para los medoios del Valencia CF. Nació el 1 de enero de 1996 en Duffel (Bélgica), país en el que su padre jugaba como delantero y nació siendo un futbolista, su habitación estaba llena de pósters y todo respiraba fútbol. Empezó a jugar al fútbol con tan solo cuatro años y dormía con las botas puestas. Junto a él salió al campo varias veces para formar junto al once titular. A los 8 años Andreas jugó en el Lommel Utd, localidad próxima a la frontera de Holanda, pero pronto llamó la atención de los ojeadores del PSV Eindhoven, que le ficharon con 9 años.

Se levantaba a las 5:00 horas y junto a su madre, iban en coche hasta la frontera para coger un autobús que les llevaba a Eindhoven. No volvían a casa hasta las 19 horas. Fueron muchas horas cada día, pero "a Andreas le gustaba tanto jugar al fútbol. Al principio le veía jugar como a un niño, pero con 12 años comencé a percibir que tenía cualidades, pero no pensé que podía llegar a un nivel alto. No era fácil tomar la decisión, la escuela en Bélgica es muy buena y para nosotros era importante que estudiara. Con 16 años, compatibilizarlo ya fue difícil", relata su padre.

En las categorías inferiores del PSV, a pesar de comenzar en categoría alevín, ya jugaba competiciones internacionales, siendo nombrado mejor jugador en dos torneos jugados en Mallorca y Bilbao. "A partir de ahí comenzamos a percibir que podía tener un futuro mejor", asegura Marcos, que le sigue dando consejos. Con 15 años llegó otra decisión complicada, cuando varios clubes querían fichar a Andreas, momento en el que viajó a Manchester y Alex Ferguson le convenció para recalar en el United. Cuando cumplió los 16 años comenzó a jugar en la Academia de los Diablos Rojos. "Ese fue un paso grande, porque el primer año estuvo solo en Manchester, pero maduró mucho", recuerda Marcos, que entre sus cualidades destaca "su técnica con los dos pies y la visión de juego".

Desde su infancia Andreas siempre respiró fútbol, como cuenta su padre: "el primer regalo fue un balón. Jugaba al fútbol todo el rato y cuando no estaba jugando lo hacía con la consola. Hasta dormía con botas, es un fanático. Siempre iba con camisetas de fútbol". Uno de sus ídolos de la infancia era Kaká por su manera de jugar, a su padre le gustaba Romario, "recuerdo que jugaba en el Valencia CF con el dorsal '11', aunque para mí, el mejor jugador de la época del Valencia CF fue Mendieta".

Ahora, en el equipo valencianista disfruta viendo a su hijo. A los dos les encanta hablar de fútbol y, sobre todo, lo hacen con un espíritu crítico para seguir creciendo. De esta nueva etapa, Marcos Pereira solo tiene palabras positivas, como su hijo: "Va a entrenar con muchas ganas, se siente importante para el equipo y por eso está muy feliz".