El partidazo comenzó antes de las siete de la tarde, con un recibimiento en l’Avinguda de Suècia sin precedentes en los últimos años. Habría que remontarse a la etapa más laureada del Valencia, con el fervor de los títulos de por medio, para dar con un ambiente tan inflamado como el que abrigó a los hombres de Marcelino anoche a su llegada al estadio de Mestalla. Cerca de diez mil valencianistas gritaron aquello de «sí se puede», sintonía que precede a cualquier gesta que se precie, al autobús de la expedición. El atronador sonido ambiental ahogaba el reguetón de los altavoces en el interior del vehículo a medida que iba adentrándose entre la multitud. El valencianismo puso en escena este domingo toda su capacidad de intimidación para allanarle el camino al equipo.

Entre la marea de valencianistas que ayer alentaron a los jugadores destacó un elemento rompedor, la mítica peluca naranja que Jaume Ortí convirtió en icono de un Valencia ganador y que muchos aficionados rescataron en honor al presidente del Doblete, fallecido el pasado viernes a los 70 años a causa de un cáncer de pulmón que sufría desde hacía meses. Los homenajes no dejaron de sucederse desde el primer minuto. Sus familiares fueron invitados el encuentro ante el Barça y el asiento presidencial permaneció vació durante todo el encuentro. Justo antes del encuentro el Valencia exhibió en el centro del campo el mítico ‘palmito’ que Jaume y sus amigos, miembros de la penya valencianista de Aldaia, fabricaron en el ‘71 para celebrar la Liga en Sarrià y que posteriormente se incrustaría como uno de los elementos casi fundamentales del Valencia a lo largo de su historia.

«Ni de rodillas ni de pie, la Liga para el Valencia. Che, che, che. Aldaya y la afición saludan al Valencia campeón». Todas y cada una de sus palabras, con todos los autógrafos de algunos de los actores más reverenciados del club. El abanico presidió en los prolegómenos del partidazo. El club dispuso una cámara que retransmitía la imagen a través de todos los videomarcadores del estadio, alternándolo con algunas de las imágenes históricas de Jaume Ortí al frente de la entidad. Las de la Liga de Sevilla, las de aquella noche en La Rosaleda, las de las celebraciones en el balcón del Ayuntamiento... Los aplausos irrumpieron con fuerza. De minuto de silencio nada. La grada de animación prendió la mecha y todo el estadio se enganchó a corear su nombre. Un homenaje de primera magnitud, a la altura del presidente más querido en 98 años de historia.

También se pasaron por los videomarcadores de Mestalla algunas de las reacciones de exjugadores, medios de comunicación o aficionados recordando la figura de Ortí y pudieron verse pancartas como la que rezaba un sencillo pero sentido: «Gràcies, president». Para disponer un escenario todavía más rotundo, el club repartió miles de aplaudidores que se hicieron servir en el momento de la salida de los jugadores al terreno de juego y se lanzaron papelitos desde las gradas. La anécdota la protagonizó Voro, convertido eventualmente en uno de los protagonistas de la noche. El de l’Alcúdia, segundo de abordo de la dirección general, salió al balcón antes del encuentro para agasajar a algunos de los consejeros que presenciaron el encuentro en Mestalla y en cuestión de segundos, tan pronto fue detectado, miles de aficionados lo aclamaron frente a la fachada principal del estadio.