Marcelino ha depositado muchas esperanzas en Francis Coquelin. Con razón. El míster asturiano está convencido de que el centrocampista va a funcionar de maravilla engarzado en su modelo de juego y de que sus cualidades van a lucir mucho más dentro del marco del fútbol español. Construcción y destrucción para un jugador capaz de hacer las dos funciones; de buen talento, con y sin balón. En los videos de YouTube sale mordiendo como un perro de presa en la recuperación, y esas cualidades físico-tácticas para ganar duelos son determinantes en su naturaleza, pero sorprenderá por su agilidad técnica, su solvencia en el pase -con la cabeza levantada- y su capacidad para verticalizar de inmediato, para jugar hacia el frente y saltar a campo contrario. Por eso está destinado a funcionar de maravilla dentro del doble pivote -con ida y vuelta permanente y funciones mixtas- de este Valencia CF. Será competencia para Kondogbia naturalmente... y también para Parejo. Coquelin es una alternativa completa y complementaria en cualquier caso, también pensando en Maksimovic o Carlos Soler. El francés alimentará la competencia interna, aumentará el nivel del equipo y fortalecerá una zona necesitada de gasolina y respuestas sólidas más allá de la dupla titular. Tiene personalidad y experiencia.

¿Por qué lo suelta el Wenger? Porque Coquelin no es Gilberto Silva. Tampoco es Cesc Fàbregas. Llega después de tres temporadas en las que su progresión se ha visto interrumpida por los problemas físicos, la irregularidad del Arsenal y un rendimiento de más a menos que le terminó por instalar dentro de los hombres de banquillo. Esta temporada sólo ha tenido estabilidad en la Europa League, donde ha sido uno de los mejores -fijando una última referencia interesante- en un contexto de dominio total y superioridad absoluta de los Gunners ante rivales como Colonia, Estrella Roja o BATE.

El pasado verano, Coquelin pudo llegar al Valencia, pero todavía tenía la esperanza de ser importante en el Arsenal. Ayer, arrancó su etapa valencianista como otro futbolista a recuperar. Está lejos del ritmo, la confianza y de sus registros de rendimiento máximo, pero en Mestalla encontrará otro contexto.

Mucho más de lo que parece

¿Qué rol desempeñará en el Valencia? La sensación es que al abrigo de Marcelino (estructura, análisis, preparación), Coquelin puede recuperar su mejor versión, incluso descubrir un nuevo salto en su evolución a sus 26 años. En el Arsenal tuvo un 2015 tremendo actuando de mediocentro defensivo clásico, como partenaire de Santi Cazorla. El asturiano manejaba el juego y el francés protegía la defensa y cerraba espacios; cubría la espalda de todos y se batía en duelo tierra-aire con cualquiera. Abarcaba mucho terreno, pero como jugador de campo propio. Robo y toque con seguridad. Desde esa perspectiva y en clave valencianista, Parejo es su socio ideal. «Coquelin se manejaba entre la demarcación de playmaker y la del centrocampista de área a área, pero no es nada de eso; es un mediocentro posicional que puede recuperar el balón. Ha restringido su juego a esa parcela y ha tenido éxito porque es bueno en eso». Wenger sacaba pecho cuando Francis era comparado con Claude Makélélé. Entonces, la crítica postulaba a Coquelin como líder del futuro, aunque ahora Thierry Henry haga chistes. En el momento clave, no hubo suerte. El calvario de Cazorla y la lesión de rodilla que sufrió en noviembre de 2015 empezaron a lastrar su paso hasta hoy. Subestimado por parte de la crítica, siempre cundió la sensación de que se quedaba corto para la posición en todo un Arsenal. Por eso se apostó por Granit Xhaka... más técnico, más físico y con más pólvora. La etiqueta cerrada de Arsène Wenger le pasó factura.

Condiciones por explotar

Coquelin no tiene el fútbol de Parejo, no es un organizador y no destila fantasía para el último pase, pero sabe manejar el balón. Puede encajar perfectamente con Kondogbia; dentro de un perfil similar, son jugadores distintos. Por despliegue, podrían intercambiar alturas constantemente en una medular de marcado carácter físico, pero con soluciones suficientes para concretar el ideal de Marcelino en ataque. Coquelin es más ágil, más fino; no tiene la carrocería de Geoffrey y tampoco arranca en conducción con la misma potencia, pero interpreta el ataque rápido y el acoso-pressing alto al adversario en campo contrario con la misma solidez. Recuperación y contragolpe en marcha. Los dos aparecen cerca de la base y llegan hasta el área contraria, aunque Francis no tiene colmillo para el gol. Con balón es un jugador vertical, que busca rápido a los delanteros, ataca la espalda de la zaga rival, en corto y en largo, como le gusta a Marcelino. Se ha visto en el Arsenal. Coquelin juega a uno o dos toques y ofrece continuidad con solvencia. Se asocia y busca el espacio. Es mejor destruyendo que creando, pero eso no significa que tenga una naturaleza restringida. Al contrario, su genética box-to-box. Seguro.