Algo está fallando. El Valencia CF no hace un partido limpio en LaLiga desde hace dos meses. No termina imbatido en el campeonato desde el 19 de noviembre, cuando superó 0-2 al Espanyol. Desde entonces, siempre ha encajado gol. Son ocho jornadas, muchos partidos. Abriendo la perspectiva, el equipo sólo ha colgado el cartel de portería a cero en uno de los últimos doce encuentros; ante la UD Las Palmas, en Copa del Rey, en el 4-0 de la vuelta. El dato es preocupante y subraya una tendencia: el Valencia ha perdido sólidez. La fuerza en defensa fue uno de los pilares en la reconstrucción de Marcelino, fundamental para entender el buen comienzo. La muestra ahora es suficiente para analizar la grieta. El equipo sigue compitiendo a buen nivel, pero lo hace peor que hace un par de meses. No hay casualidades, en esta fase han llegado las derrotas ante Getafe, Eibar, Villarreal y Las Palmas. Nunca se ha producido un roto tremendo y las distancias han sido cortas (sólo el Betis, que perdió 3-6, le ha hecho más de dos goles), pero ha mostrado debilidades por corregir.

Marcelino

Marcelino fue claro en el Estadio de Gran Canaria, habló de la importancia de mantener la concentración los 90 minutos y fue crítico con la acción del 1-1 de Jonathan Viera: «Debimos estar más intensos en esa acción. Pudieron rematar excesivamente solos, sin presión nuestra». El circuito de recuperación, el pressing sostenido sobre los pasadores, la agresividad que caracterizó la mejor versión del Valencia, el sistema de vigilancias, el estado de forma de algunos futbolistas, la lesión de Jeison MurilloJeison Murillo... Son muchos factores. Ante el Alavés, en Copa del Rey, el Valencia no entró en el partido hasta pasada la hora. Durante ese tiempo, Maripán y Alexis controlaron a Vietto y Zaza, Daniel Torres y Tomás Pina desconfiguraron a la dupla Kondogbia-Parejo y Sobrino y Guidetti sacaron de sitio a Gabriel Paulista y Garay. Todo el pasillo central se vio superado por intensidad y por pizarra. Abelardo, con muchos suplentes, rozó el campanazo ante un Valencia titular. La estructura defensiva se sostiene desde el colectivo, aunque la responsabilidad última termine en la retaguardia. El miércoles fue que el Valencia tardó en entrar. El sábado entró fuerte (0-1 de Mina a los cinco minutos), pero se desconectó rápido. Esa laxitud se concretó en Las Palmas ante Tana, Peñalba y Jonathan Viera. Kondogbia y Coquelin no duraron lo suficiente y todo fue peor tras la expulsión de Gabriel. Aunque como reconocieron jugadores como Rodrigo, el equipo debió hacer más... aunque sea con uno menos.

Recordar el camino

Cuando Marcelino hizo balance de la primera vuelta no mostró dudas: «Si pudiéramos encajar menos goles, daríamos un paso de efectividad. Mantener el nivel ofensivo y mejorar el defensivo es el objetivo para los cuatro meses que nos quedan». El Valencia tiene pegada, pero el contexto obliga a mantener una cota de dos goles por partido para doblegar al adversario o sumar cada jornada. Demasiado. No cerrar la puerta es dejar paso a las dificultades. El Valencia debe recordar y volver al camino que ya ha interpretado. En las doce primeras jornadas dejó al adversario a cero en seis partidos, cinco de esos partidos fueron en Mestalla. La racha fue de récord. En la fase de los ocho triunfos consecutivos, en cuatro partidos terminó imbatido. La dinámica era clara: portería a cero en uno de cada dos partidos. El ciclo terminó ante el Barça y con la lesión de Jeison Murillo ante el Espanyol. Sin el colombiano, la rotación de Marcelino en el eje central se ha resentido. Así lo dicen los números. El cuerpo técnico es consciente de la importancia de recuperar la estabilidad. Para empezar, en Mendizorrotza puede ser trascendental.