Marcelino tenía muy claro lo que hacía y por qué lo hacía. Obligado a mover el banquillo para oxigenar el equipo con un calendario que estalla por sus costuras, ante el Deportivo sorprendió con una alineación novedosa. Sentó a Vietto tras su exhibición -triplete incluido- en la Copa y también a Zaza. La delantera sería para Rodrigo y Santi Mina.

El gallego, criado en la cantera del Celta de Vigo, saltó al césped y respondió con un rendimiento determinante, haciendo buena la apuesta del técnico con una comparecencia en la que además de intensidad, velocidad y llegada realizó un gran despliegue hasta que fue sustituido y ofreció una participación activa y decisiva en las dos jugadas en las que el balón acabó dentro de la portería del guardameta deportivista Rubén.

En el minuto 37 una jugada suya que mezclaba físico, atrevimiento, verticalidad y confianza permitió al Valencia abrir el marcador. Mina arrancó entre cinco contrarios, se zafó de Sidnei con un caño cuando este le salió al paso, cedió a Rodrigo, este prolongó para Guedes y el portugués, con el alma, cargó un derechazo que subiría al marcador Guedes después de aliarse con la fortuna y una desafortundada actuación del portero rival.

Se le pueden poner pocos 'peros' al '22', que en el minuto 64 volvió a hacerle daño al Dépor en la salida de balón, una cuestión que ya le había generado problemas al equipo de Cristóbal, que pese a jugar directo uno de sus principios es intentar siempre la salida limpia desde atrás. Más allá de la consigna del cuerpo técnico de explotar este tipo de situaciones, Mina ha entendido a la perfección lo que el míster asturiano quiere de los delanteros sin balón: morder siempre sobre el rival. Así lo hizo rebañando el balón a Albentosa en la presión para recuperar la posesión en una parcela que sirvió para marcar el segundo.