La imagen de Santi Mina al final del partido quizá sea la que retrate con mayor nitidez el estado del Valencia a estas alturas de la temporada. El gallego fue el artífice de un triunfo que vale oro en las aspiraciones de un equipo que ha puesto entre ceja y ceja la carrera por la Champions y ya tiene una renta de diez puntos sobre el Sevilla. Se tiró al césped, exhausto, con las rodillas ensangrentadas de bregar contra todo y celebró la victoria apretando los puños con el alma. Más allá de su estado de gracia, Mina es sinónimo de fe, de voracidad y de lucha por encima de limitaciones y circunstancias, como el Valencia. El equipo, como ocurrió en La Rosaleda, sufrió para sumar una victoria -la tercera consecutiva- señalada como clave en la línea de hacer de Mestalla un fortín inexpugnable de aquí a final de curso, condición de obligado cumplimiento para lograr el billete a Europa. No fue el mejor partido del equipo, discreto en un segundo asalto en el que sorprendió su bajo ritmo de juego ante un equipo que venía de una prueba de máximo desgaste mental y físico, y la comparecencia ofrece un análisis lleno de ‘debes’ pero esto es un proceso y ayer al Valencia le valió con dominar las áreas. El resultado fue lo mejor del partido. Habrá tiempo para reflexionar y mejorar. Los tres puntos son VitaMina Champions.

El Valencia dejó claro que perseguiría el error de la Real erosionando su sistema defensivo mediante la presión, tal y como contrastó en el minuto doce Soler, que recuperó en campo rival y dejó la primera muestra de peligro con un envío que no llegó a conectar con Mina. Lo intentaba poco a poco el conjunto de Marcelino, cómodo esperando atrás, defendiendo juntito para robar y salir a la contra. Abrigado por Murillo y Coquelin y muy pendiente de no encajar, el equipo parecía tejer la puesta en escena más sólida en mucho tiempo aunque con el paso de los minutos no resultaría más que un espejismo. El Valencia trataba de abrir al rival por sus costuras con paciencia y antes de la media hora dispuso de una doble oportunidad que sirvió para enganchar a Mestalla. Coquelin armó un potentísimo disparo, Toño metió el guante abajo y Rodrigo cazó el rechace en el área pequeña pero su disparo se marchó a las nubes. El error, acompasado por el grito ahogado de la grada, pudo costar caro y es que la Real tuvo a mano el primer tanto en un contragolpe tras una pérdida de Parejo pero no logró concretar. Más tarde, una buena jugada de Montoya sirvió para que el conjunto valencianista se adelantara en el marcador con gol de Mina. El lateral de Viladecans pisó a fondo por la derecha, su centro toca ligeramente en De la Bella y al segundo palo, perfectamente situado, esperaba el gallego para culminar de cabeza un tanto que lo sitúa como máximo goleador del equipo en lo que va de temporada.

El conjunto donostiarra, lejos de descoserse, salió combativo tras el descanso. El Valencia se confió y lo pagó. Murillo acometió una maniobra arriesgada, impropia de su bagaje y de la línea que ha marcado Marcelino en el equipo desde su llegada, y eso dio al traste con los esfuerzos por tratar de mantener la portería a cero una semana más... Y ya van trece partidos, desde el 19 de noviembre ante el Espanyol. El colombiano se confió en la salida de balón cediendo de primeras a Coquelin y eso propició el robo de la Real, que solo necesitó tres toques para fusilar a Neto. Una construcción ejecutada con violencia para recordarle al equipo que ese no es el camino. Oyarzabal no perdonó y el equipo de Eusebio añadió cemento entre líneas obligando al Valencia a llevar la iniciativa, el contexto en el que menos cómodo se siente. Con Guedes algo frío -el luso, como Soler, no tuvo su mejor día- Marcelino recurrió a Zaza, que volvió a salir desde el banquillo. El técnico dispuso a los tres delanteros en el tablero cuando Mestalla comenzaba a desesperarse y la jugada surtió efecto. El ‘9’ le dio al equipo intensidad para conquistar el segundo tanto. De nuevo llegó Mina al rescate para sumar tres puntos, agrandar la reivindicación de The Silencer y consagrarse como el hombre con mejor porcentaje de acierto de toda la Liga (42,3%). Rodrigo puso un centro raso al área y el gallego dio otro picotazo -el número 14- tras un error de bulto de Toño, que sirvió en bandeja la victoria. La Real tendría una oportunidad clarísima para volver a equilibrar la balanza pero Neto sacó el balón con el codo en la línea de gol.