No hubo ninguna jugada especialmente llamativa en el Camp Nou en lo que a polémica arbitral se refiere, si bien quedó claro el diferente rasero a la hora de mostrar cartulinas, así como lo complicado que resulta expulsar a un jugador del Barcelona.

En el minuto 7, Gerard Piqué vio una clara amarilla por cortar una contra de Santi Mina con un agarrón a pocos metros del árbitro. Dos minutos después, de nuevo Piqué volvió a cometer un agarrón señalado pero no castigado con tarjeta por el colegiado. Hubiera sido demasiado escandaloso hacer justicia con el central español tan pronto y con todo el partido por jugarse, debió pensar el representante del comité madrileño, que le perdonó la segunda amarilla.

En el minuto 44 de la primera parte, de nuevo Piqué vio cómo Del Cerro no señalaba una mano clarísima al borde del área que cometía y le hubiera supuesto sí o sí, una segunda cartulina amarilla perdonada previamente. Campaba el 1-0 en el marcador con un Valencia superior al Barça y sin duda la merecida expulsión del zaguero internacional hubiera podido cambiar mucho la historia. No todo quedó ahí, ya que un minuto después, en tiempo de descuento del primer acto, una nueva falta de Piqué a Mina, unido a que el catalán acudió a encararse con el gallego por considerar que no fue tal, también debió ser motivo suficiente para ver la más que merecida segunda tarjeta.