Nadie se lo quiere perder. Ni Gayà ni Zaza, que han seguido toda la semana un plan específico de puesta a punto para dejar atrás sus respectivas molestias físicas, ni tampoco Guedes, que ayer completaba con éxito el entrenamiento con un vendaje en el tobillo derecho tras haber sufrido un golpe días atrás. Todos han hecho un esfuerzo para estar en el once inicial del partido contra el EibarEibar. La realidad es que lejos de debilitar la determinación de la plantilla, tener la Champions al alcance de la mano no ha hecho más que espolearla. Nadie se deja llevar por la relajación.

De puertas hacia adentro jugadores y técnicos son conscientes de que ha llegado el momento de materializar el objetivo y lo han hablado. La conjura es real para volver a la élite europea en Mestalla. Buena prueba de ello es que Marcelino ha recogido en los dos últimos días a sus jugadores en el Puchades, el único campo de los 14 que tiene la Ciudad Deportiva que tiene muros en las cuatro partes del rectángulo de juego. Se trata de una medida extraordinaria que aplica cuando quiere aislar a sus jugadores del ruido. Ni las cámaras, ni los periodistas, ni siquiera los aficionados han podido interferir entre los futbolistas y su meta esta semana. El staff técnico ha predispuesto hasta el más mínimo detalle para lograr el triunfo.

Es la misma estrategia que utilizó, de hecho, en los días previos al encuentro contra el Barça en el Camp Nou. Concentración, ilusión, determinación... Incluso, se preocupó de reforzar el estado anímico de los jugadores con un asado el jueves. No hay dudas en el vestuario ni en el entorno. "No me preocupa que tengamos ansiedad, todos sabemos lo que nos jugamos. No te juegas ser o no ser, tenemos cuatro posibilidades para concretar el objetivo de ser equipo Champions, lo vamos a afrontar desde el convencimiento de que somos un buen equipo. Tenemos suficientes argumentos para ganar a cualquier rival", indicaba el técnico, que ha vuelto a visionar el partido de la primera vuelta para tener una hoja de ruta clara y ha insistido a los suyos en no conceder ocasiones, algo que pesó como una losa en el último partido en casa, ante el Getafe, donde el Valencia CF cayó de forma estrepitosa e innecesaria.

Para Marcelino "es una final". Para los jugadores y la directiva también. Ayer el presidente Murthy se personó en el campo de entrenamiento para saludar uno a uno a los futbolistas y desearles suerte. Están ante el partido más importante del año y lo saben. Mestalla debe ser una fiesta.