La clasificación matemática para la Liga de Campeones tendrá que esperar una semana más salvo que el Betis no gane al ya descendido Málaga, por capricho de Jaime Latre. El colegiado aragonés no concedió un gol legal de Zaza en el minuto 70 de partido. Señaló fuera de juega a pesar de que el delantero italiano estaba claramente en posición legal.

Eso sí, esta vez, en lo que al Valencia se refiere, no fue lo de Getafe. El conjunto de Marcelino mereció los tres puntos por empeño y actitud, hasta el punto que terminó asediando la portería de Yoel aunque todo sea dicho, sin acierto. Para cuando sí acertó, ahí estaba el guardameta ex valencianista, que sacó un par de manos muy buenas a Rodrigo, especialmente una que evitó lo que habría sido un gol muy similar al que el delantero blanquinegro le hizo al Getafe, buscando con rosca el palo largo.

El Eibar jugó con inteligencia y demostró que está en la zona alta de la tabla por algo. El equipo de Mendilibar sabe en todo momento qué ha de hacer, se defiende con orden y valentía adelantando la defensa en busca del fuera de juego, y ataca con criterio y combinando tratando de llevar el peligro desde las bandas.

Por su parte, los jugadores de Marcelino se entregaron y Mestalla lo agradeció, de hecho, bien pronto quedó claro que si no se firmaba la victoria no sería por falta de actitud, que fue uno de los grandes problemas ante el Getafe. Llámalo actitud, relajación y como cada uno quiera. Pero ante el Eibar el Valencia apretó aunque demasiadas veces con más corazón que cabeza, con más arreones que combinaciones efectivas, en definitiva, empujó mucho pero jugó poco y tampoco le acompañó la suerte. Empujó con Kondogbia ante la superioridad del conjunto vasco en el centro del campo, donde Mendilibar tejió una tela de araña que no dejaba maniobrar ni al francés ni a Parejo. Tampoco permitió al Valencia salir al contragolpe rápido y trataba de romper de raíz las arrancadas de Rodrigo, Guedes o Carlos Soler.

Los minutos finales fueron una especie de zafarrancho de combate con el equipo de Marcelino lanzado al ataque y sin contemplaciones y su rival esperando agazapado para salir a la contra, y así fue como pudo darle algún susto en forma de gol que no habría hecho más que certificar la injusticia de que el Valencia no sea ya matemáticamente equipo de Liga de Campeones.

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