Marcelino García Toral y su cuerpo técnico lleva mentalizando toda la semana a sus jugadores de la importancia del Villarreal-Valencia más allá de la clasificación matemática para la Champions League. La consigna es salir al estadio de la Cerámica al cien por cien a por la victoria sin especulaciones con el empate -un punto asegura el objetivo- ni relajaciones por lo que haya ocurrido horas antes en el Athletic de Bilbao-Betis. Y es que, si los de Quique Setién no ganan en San Mamés el Valencia es automáticamente equipo de Liga de Campeones sin necesidad de jugar. Lo que quiere el técnico y sus jugadores es que, pase lo que pase, solo valga ganar en la cabeza de todos. No les va a costar mucho. Los dos últimos pinchazos del equipo en Mestalla contra el Eibar y el Getafe dejaron mal sabor de boca en la plantilla y el sueño de todos es quitarse esa espinita clavada y certificar la Champions League a lo grande por la vía deportiva.

Igual que el Valencia consiguió la temporada pasada. Si un jugador del Valencia guarda buen recuerdo de aquella noche en Vila-real es Carlos Soler. Allí marcó su primer gol. Era el 21 de enero de 2017. Solo llevaba siete partidos oficiales con el primer equipo. Tiempo suficiente para demostrar que estaba llamado a ser uno de los abanderados del equipo en un futuro. «Marcar un gol con el primer equipo es una sensación indescriptible, es algo con lo que llevas soñando mucho tiempo. No sabía ni lo que hacer. Sinceramente, no me esperaba marcar en un derbi, es un partido muy especial y supone una alegría para mí», afirmaba con el dorsal '28' a la espalda. El 'Chino' explotó con una actuación sobresaliente de volante ofensivo a las órdenes de Voro. Por dentro. Como más le gusta. El gol, en plan llegador, solo fue la guinda. Su incidencia en el equipo cada día era mayor. La afición coreó su nombre en el momento en que fue sustituido por unas molestias en la altura del gemelo. También le felicitó el técnico y sus compañeros. «Ha hecho un gran partido, sin balón y con balón», reconocía Voro. Los capitanes eran los primeros en avalar al canterano. «Es un jugador con mucha progresión, tiene una base familiar y una cabeza muy buena, hay que dejarlo crecer porque tiene un futuro brillante». Nadie se equivocaba con Carlos.

Aquel partido fue importante para Carlos, pero también para aquel Valencia depresivo que intentaba salvar Voro a la desesperado. «¡A Segunda, a Segunda!», cantaba la grada. En aquel 0-2 -también marcó Santi Mina- fue la primera señal de recuperación. El equipo, en plena crisis de juego y resultados a solo cuatro puntos de los puestos de descenso, resucitó a lo grande con alma, confianza, fútbol y todo aquello que se había echado de menos con Ayestaran y Prandelli en el banquillo. Los jugadores levantaron los brazos al cielo cuando escucharon el pitido final. Fue algo más que una victoria.

Mateu refuerza a la plantilla

El director general visitó la ciudad deportiva de Paterna al final del entrenamiento para saludar al cuerpo técnico y a los jugadores a dos días del partido. Mateu Alemany quiso estar cerca de Marcelino y los jugadores en esta jornada 36 clave y, de esta forma, reforzar al grupo después de los últimos malos resultados contra el Eibar, Celta y Getafe que han aplazado las celebraciones. Marcelino entrenó con todos sus efectivos a excepción del lesionado de gravedad Francis Coquelin.