Un sólo grano de arroz puede desequilibrar la balanza... un hombre puede ser la diferencia entre la victoria y la derrota. Marcelino hace bueno el proverbio Disney. El asturiano cerró su llegada al Valencia hace un año con una idea clara: reponer el estatus deportivo del club entre los mejores de España y de Europa. El regreso a la Liga de Campeones era clave en el trazado del proyecto... aunque ahora recalque el paso Europa League. El objetivo de Marcelino siempre ha sido devolver al Valencia a la Champions y el éxito es rotundo, lo ha conseguido por la vía directa, en un año. Lo ha hecho con enorme potencia en fondo y forma. La alianza con Mateu ha recuperado la credibilidad en las aspiraciones de Peter Lim. El diseño del Valencia CF vuelve a tener una identidad reconocible y respira fútbol, cuestión en duda hasta bien entrado agosto.

La asociación es fundamental para entender el presente: Mateu llega al club, Mateu (que estudió otros entrenadores, como es natural y lógico) apuesta fuerte por Marcelino y conectan. El resto es historia contada: la limpieza en el vestuario, los nuevos liderazgos, el trabajo realizado en pretemporada, operaciones tremendas como la de Kondogbia o Guedes, el empate en el Bernabéu, partidos descomunales como el protagonizado en el Villamarín, la apuesta por Coquelin, las dos victorias ante el Sevilla y la clasificación cerrada como cuartos.

La Champions es una oportunidad y un reto. Todas las partes en el club son conscientes de que es el momento para dar un salto deportivo y económico. Justo en la temporada del Centenario. No se puede desaprovechar y desde esa perspectiva se está trabajando, con la ambición y el compromiso de mejorar el equipo. La Champions es oportunidad por ingresos nuevos y prestigio. También es reto, por la exigencia brutal que supone mantener el doble foco miércoles-domingo. Marcelino ha fijado un objetivo brutal, aunque su discurso se haya interpretado a la baja en un sector de la crítica. Competir con solvencia en la súper élite europea y defender la cuarta plaza en LaLiga supone una declaración de intenciones tremenda. Para futbolistas, cuerpo técnico y ejecutivos supone un más difícil todavía, un all in. Supone una clasificación igual afrontando un contexto competitivo mucho más exigente, por las tres competiciones -LaLiga, Champions, Copa- y por el nivel de los rivales: Sevilla, Athletic, Villarreal, Betis, Real Sociedad o Celta pensados para aprovechar ese marco de obligación al límite. La experiencia es nueva para Marcelino, que sí ha catado la Europa League con Sevilla y Villarreal. El míster asturiano siempre ha tenido en la cabeza ese salto de nivel que supone la Champions y en València ha encontrado el escenario ideal para desarrollar al máximo su metodo en busca del sueño, cumplido.

El tramo de la temporada en el que hubo Copa del Rey marcó las costuras y las limitaciones. Cuerpo técnico y ejecutivos son conscientes de los puntos a mejorar desde ese tramo de calendario en el que se compitió ante Madrid, Atlético o Levante con la Copa abierta y las semifinales ante el Barça. Hubo derrotas duras, como la sufrida en Las Palmas, y quedó la sensación de impotencia, más allá de la merma por las lesiones. Esa es la referencia.

Debut en Champions, experiencia valiosa en el Villarreal

Con el Valencia no se repetirá la escena del Villarreal y Marcelino podrá cumplir el sueño de dirigir y vivir la Champions. Con los amarillos le faltaron siete días para arrancar la aventura ante el Mónaco. La ruptura entrenador-vestuario-club explotó en los preliminares de una ronda previa en la que se impusieron los monegascos.

La Champions representa una ilusión tremenda para el cuerpo técnico. La Copa de Europa llega en un momento ideal para Marcelino por trayectoria, madurez y hambre. Todos los actores del proyecto comparten el deseo y el apetitio, también jugadores y aficionados, sobre todo.

Marcelino debuta... pero en la mochila lleva la valiosa experiencia de Villarreal. La referencia es potente. En la última temporada trituró las expectativas y llevó al grupo a niveles de rendimiento límites; conquistó la cuarta plaza en LaLiga y alcanzó las semifinales de Europa League. Sólo una mala noche en Liverpool le dejó sin final. El duelo de estrategas con Jürgen Klopp fue la bomba. Por el camino liquidó a adversarios Champions como Napoli, Bayer Leverkusen o Sparta de Praga. El curso 18/19 presenta un reto bonito y complicado para Marcelino, el más -en todos los sentidos- de su carrera.