Era 1930. Un día de visita al Asilo-Hospital de San Juan de Dios, de València, donde los niños enfermos recibían frente al mar las caricias del sol. Los visitantes recorrieron salas y cruzaron patios. Se percataron de que en el asilo no tenían lavadora mecánica, y surgió en ellos la idea de celebrar un espectáculo al objeto de recoger fondos para la compra de la misma. Se barajaron diferentes posibilidades. Había que organizarlo, sí, pero había también que elegir antes un asunto que pudiera proporcionar lo suficiente para la adquisición del aparato. Por fin, surgió: un partido de fútbol femenino

La idea creció con un entusiasmo tal que pronto llegó a ser tema recurrente en toda la ciudad de València. Fue así como las segundas tiples de los teatros valencianos formaron dos equipos de fútbol (con la colaboración del periodista Hernández Zafrilla) con el objetivo de recaudar los fondos para el fin caritativo. Ya el 7 de julio del año anterior se había celebrado un festival deportivo con carácter benéfico de iguales características. En aquel entonces, los equipos de vicetiples de los teatros madrileños Romea y Metropolitano se enfrentaron en el estadio Chamartín. El partido en València se disputó el primero de enero de 1931, a las doce en punto de la mañana. El campo de Mestalla se llenó por completo, con 15.000 espectadores en las gradas. Presentaba el aspecto de los grandes días. El público respondió al llamamiento que se le había hecho y se alcanzó una recaudación de cincuenta mil pesetas. Las chicas de Ruzafa vencieron a las de Apolo por dos goles a cero.

Pasó entonces que la capital del Turia se convirtió en cuna de los primeros teams femeninos del balompié. Quedaron constituidos en aquellos tiempos cuatro equipos valencianos: Levante, Athletic, España y Valencia. El Valencia FC y el España, por su calidad, destacaron sobre los otros dos.

Con todas las de la ley

«Un día, decía Consuelito en 1931 en una entrevista en la revista madrileña Estampa„intervine por casualidad en el partido organizado entre las vicetiples de Apolo y Ruzafa. Sentía odio por el fútbol, pero desde entonces le tomé gran pasión. Gracias a mi incesante propaganda, proseguía Consuelito, logré que entre las señoritas se extendiera el amor al balón. Primeramente jugábamos en broma, para aficionarlas. Pronto, cosa natural, tratándose de mujeres, surgió el amor propio, por si yo juego mejor que tú o aquella le da mejor a la pelota. Poco después, ya se formó un equipo con todas las de la ley. Más tarde, otro, nuestro rival, y quedaron constituidos el Valencia y el España».

Respondían a los nombres de Consuelito García, Merceditas Martínez, Encarnita Gorostiza... Estas jugadoras pioneras actuaban, ante todo, por su afición al deporte, y en ello residía su carácter de amateur. Eran empleadas de almacenes, de talleres, de oficinas, etc... y tenían que compensar las horas de salario que perdían en los entrenamientos y en los días de partido. Cobraban, por encuentro 25 pesetas la que menos, y, además, percibía una cantidad mensual la que más goals (goles) materializaba.

Profesionales

Pilarín, la capitana del España FC, rival del Valencia FC, se refería a esta misma cuestión en 1932 en un diario de Toledo con motivo de un partido que habían de disputar los dos equipos por aquellas tierras: «Somos profesionales y percibimos primas por partido en relación con nuestro rendimiento. Dedicamos diariamente dos horas a entrenamiento en un campo valenciano. Compartimos el ejercicio con el trabajo. Yo soy modista y enamorada del oficio».

El campo de Algirós era el lugar escogido para los entrenamientos de las jugadoras del Valencia. Las del España utilizaban el campo de Vallejo. Nueve chicas jugaban por cada bando. Las del Valencia FC vestían completamente de blanco, como lo hacía entonces el equipo masculino que por aquellos años daba sus primeros pasos por la Primera División. Portaban asimismo una 'V' sobre el pecho. Lucían faldas en unas ocasiones, calzones en otras, a juzgar por el material gráfico de la época.

El rosario de ciudades en que jugaron estos dos equipos pioneros es extenso: Córdoba, Granada, Sevilla, Huelva, Andújar, Jerez, Gibraltar, Jaén, Palma de Mallorca, Barcelona, Cartagena, Murcia, Castellón, Almería, alicante, Granada, Bilbao, San Sebastián, avilés, Biarritz, Vitoria, Pamplona. Santander, Gijón, Oviedo, etc...Y la gira de partidos se prolongaba más allá de nuestros límites geográficos: cinco encuentros jugaron por Brasil, otros tantos en Chile, Perú, Argentina, Habana, Caracas, Panamá y México.

Muy pronto, por desgracia, se pierde la pista de aquellas pioneras del balompié femenino en Valencia. Sus nombres, sus historias, sus ambiciones desaparecieron al paso del tiempo, relegadas en el más completo olvido. Referirse al fútbol, antes, era hablar de un deporte varonil, para hombres duros. Y los hombres se encargaban de que este deporte no cayese en las piernas de las mujeres. 'Fútbol femenino'. Esto estaba considerado como una aberración, una excentricidad dentro de una actividad que consideraban los hombres de su absoluta propiedad. El balompié, se decía, no correspondía a las féminas, y para justificarlo se echaba mano de todo un argumentario sobre la debilidad de la mujer y sobre la dureza del fútbol. En lo que al deporte se refiere (y a la vida también), seguían dominando viejos paradigmas y anticuadas concepciones: la mujer como ama de casa y encanto para el hombre.

El principio de toda obra soñada tiene un idealismo como base indispensableque el tiempo se encarga o no de materializar. Mari Paz Vilas, Marta Peiró, Paula Nicart, Gio Carreras o Carol Férez, jugadoras del Valencia CF Femenino, son las Consuelito, Merceditas o Encarnita de entonces. El idealismo que empujó a Consuelito en aquel Valencia FC, a Merchina Peris, la primera mujer en marcar un gol en Mestalla, a jugadoras del Valencia CF Femenino de sus casi 10 años de vida, como Arantxa Lozano, Salo Navalón, Ivana Andrés, Marta Mateos, María Martí 'Trueno', Ana Amo, Paula Arnal, y tantas y tantas, recoge por fin hoy su merecido fruto. Mucho falta todavía por mejorar, pero no se puede negar que también se ha avanzado. Aunque resta mucho camino que andar, el fútbol femenino tiene hoy más fuerza que nunca. Sirvan estas líneas para recordar con cariño a las pioneras del Valencia FC.