"Jorge Jesus es un entrenador que me ha enseñado mucho a nivel defensivo, me hizo trabajar para mejorar cada día. Ha sido importante estar con él". Cristiano Piccini (Florencia, 26 de septiembre de 1992) ha sabido aprovechar la oportunidad. Pese al final volcánico del Sporting de Portugal en los despachos, la temporada 2017/18 marca un salto de calidad en su trayectoria. Ha sido un año de maduración, conocimiento y evolución. Su candidatura al lateral derecho del Valencia tiene fundamento -siempre fue una alternativa latente para Diogo Dalot o Diogo DalotHans Hateboer y se presenta con etiquetas atractivas: está considerado como jugador revelación de la temporada en el Sporting -el MVP tiene que ser para Bruno Fernandes- y también en Portugal. Para el portal Maisfutebol es uno de los laterales del año -2017- en la Primeira Liga, sólo por detrás de Ricardo Pereira (Oporto, Leicester) y al nivel de descubrimientos como Bruno Gaspar, recién fichado por el Sporting, tras su paso frustrado por la Fiorentina, para cubrir, precisamente, la previsible salida de Piccini. El balompié portugués no tiene el nivel de Italia o España, tampoco el Sporting es el Valencia CF pero el carrilero ha demostrado su capacidad competitiva en los grandes clásicos, en Europa League y en Champions, ante adversarios como Astana, Viktoria Plzen, Atlético, FC Barcelona o Juventus, entonces de Longoria.

Camino de los 26 años, Piccini está preparado para asumir un reto mayúsculo como triunfar en Mestalla. Además, conoce LaLiga por su pasado bético, en Primera y Segunda. ¿Responde a las necesidades del Valencia? Seguro. Piccini se ajusta al perfil trazado por Marcelino: tiene una buena edad, tiene potencia y centímetros (mide 1,89). Su fuerte está en su gran carrera, en su zancada y en su llegada al ataque. No es un especialista defensivo, pero entrar en su paso por el Sporting es imprescindible para definir al jugador que puede llegar a manos de Marcelino, que reclama equilibrio sin renunciar a tener profundidad.

El valor de la confianza

Jorge Jesus le ha organizado insistiendo sobre su -tibia- base defensiva. Por naturaleza (ofensiva), sufría cuando el adversario atacaba por su zona, pero el míster portugués le ha enseñado a medir el momento de galopar al ataque. En el Betis, le costaba sumar robos de balón e interceptaciones porque concedía demasiado -por descontrol del espacio- para la carrera del rival o el uno contra uno. Piccini ha mejorado su lectura táctica, su toma de decisiones, su intensidad mental y su posicionamiento. También ha entendido cómo debe aprovechar su envergadura para intimidar e imponerse en la marca, aunque no es un zaguero ágil. Ahora gana más duelos y su fuerza aérea -evidente en estadísticas- marca un plus.

El recorrido de Piccini en el Betis fue irregular, por las lesiones (alguna muy grave de rodilla, los verdiblancos ficharon a Montoya en su momento para cubrir su baja) y por los continuos cambios en la plantilla y en la dirección técnica. Siempre en construcción, no ha tenido contexto para explotar sus buenas condiciones. Sus primeros pasos en el Sporting también dejaron críticas y dudas. Jorge Jesus nunca las tuvo. Incluso le ha hecho jugar como central en línea de tres, con éxito sorprente. El Piccini de agosto no tiene nada que ver con el del otoño, menos aún con el de primavera. No es granítico, pero sí más sólido.

Transición y llegada

Sus cualidades para el ataque no generan tanto debate, aunque también tiene margen de mejora. Por ejemplo, en la precisión de sus centros en zona de tres cuartos o por el dónde y el cuándo de sus pérdidas de balón. Después, es ideal -en fondo y forma- para Marcelino y el fútbol de transiciones. El italiano se despliega a toda banda gracias a su poderosa zancada, es perfecto para el ataque rápido por su arrancada en conducción, su capacidad para romper al espacio y llegar -lanzado- a zonas de centro o finalización, aporta mucha profundidad. Tiene una gran carrera, pero también puede abrirse alto y buscar el uno contra uno ante defensas cerradas.

Julio Velázquez -actual técnico de Udinese- entrenó a Piccini en el Betis y el año le analizó para el diario portugués Record: «En el plano personal es fantástico, extraordinario, muy buena persona y muy buen compañero, un jugador de grupo, que quiere evolucionar día a día y que está siempre disponible para aprender». Ese tipo de referencias seguro que ha llegado a Marcelino y Longoria. Su adaptación al rigor defensivo y al trabajo de un técnico muy exigente como Jorge Jesus también refuerzan sus garantías. En el marco de alto rendimiento del Valencia CF y de la mano de Marcelino, Piccini puede elevar su rendimiento. Todavía tiene un par de golpes de volante. Así lo reconoció el lateral tras finalizar la temporada: «Trato de dar el máximo todos los días, trabajo para mejorar y para jugar lo máximo posible. Jorge Jesus es un entrenador importante, un perfeccionista. Para él, nunca hacemos todo bien. Incluso cuando después de un súper partido, siempre me dice que puedo mejorar. Es duro, pero me parece bien. Ese es el camino ideal para mejorar». Esa mentalidad es clave para conquistar en el vestuario y tener éxito aquí.

Compromiso y ambición

Piccini lleva desde la primera semana de julio haciendo pretemporada a las órdenes de José Peseiro, recambio de Jesus en el banquillo. Tras la crisis con el presidente Bruno de Carvalho, Piccini no quiso denunciar para forzar su salida y eso puede ayudar en su fichaje. Ya tiene recambio y pese al interés que ha desperado en otros clubes de Europa, la diferencia en precio respecto a Hateboer puede significar luz verde. El holandés iba primero, pero sus valores de rendimiento corren en paralelo. Es cuestión de apostar -fuerte- y acertar. Piccini dejó el Betis por Jorge Jesus. En el Valencia tiene a Marcelino y la Champions.