Marcelo Bielsa y Michy Batshuayi conectaron de forma peculiar en el Marsella (2014/15). El delantero belga ha reconocido después que el entrenador argentino no hablaba con él, mientras con el resto tenía conversaciones de cuarenta minutos. «Me sorprendía porque trabajaba realmente fuerte... no me dijo nada, pero entendía mi personalidad», así lo ha explicado en alguna entrevista. Batshuayi tenía 20 años entonces y estaba recién salido del Standard de Lieja. El OM era un salto importante y por delante tuvo a un líder desatado como André-Pierre Gignac. Marcelo Bielsa siempre mostró afecto por Michy, más allá de lo futbolístico. Un día, el entrenador argentino se acercó al delantero y lanzó su veredicto: «Cuando salgas del Marsella lo harás por cuarenta millones de euros».

Bielsa no estaba loco, advertía su potencial. La siguiente temporada marcó23 goles (17 en Ligue 1) y el Chelsea lo fichó por 39 millones de euros, con la esperanza de que floreciera como el nuevo Didier Drogba, una comparación abusiva. En el Chelsea le faltó contexto y confianza. Antonio Conte prefirió rendimiento inmediato y apostó por una referencia más cavernícola, Diego Costa. El curso 2017/18 prefirió fichar a Álvaro Morata. Muchos aficionados del Chelsea se preguntan por qué Morata, Olivier Giroud o Tammy Abraham y no Batshuayi. La respuesta es Marcelino, la confianza, el modelo de juego y el proyecto.

Todos los analistas coinciden: cuando Batshuayi se siente importante, es imparable. Marcelino está convencido y la apuesta es recíproca. La mejor garantía es su personalidad (positiva), su carisma y sus condiciones. La distinción de Bielsa lo presenta como un punta ideal para este Valencia: «Michy tiene sentido de la verticalidad, desciende a jugar sin dificultad y es muy muy potente físicamente, es un jugador hábil, con muy buen remate con ambas piernas. Es un jugador completo, valiente y batallador, no le incomoda ir a los costados si es necesario». El análisis es de hace tres años, pero ha cobrado actualidad. Michy no es un atacante perfecto, pero puede ser ideal para Marcelino.

El sector más ácido de la crítica emplea sus defectos para etiquetarlo como un nueve inmaduro para ejercer de referencia, confuso en sus movimientos, irregular y proclive al fuera de juego. Es cierto que en ocasiones debería ser más práctico en sus decisiones y que debería cuidar sus pérdidas, también debería ganar más duelos. Pero -con 24 años- si ya tuviera todo, no hubiera surgido la oportunidad de traerlo.

Oportunidad, salto de calidad

Batshuayi tiene instinto depredador y accede al gol por los caminos que le brindas sus cualidades: la fuerza, la verticalidad, la velocidad y unas soluciones técnicas realmente interesantes. Michy juega bien de espaldas a portería, pero va mejor cuando va de cara y puede galopar, el panorama cambia, se torna más peligroso para el adversario. En el área tiene ese don que permite aparecer en el momento justo en el lugar indicado; se comporta como un delantero de un toque, también se mueve con intención al primer palo. Tiene buen disparo con ambas piernas y un buen juego aéreo. Además, es capaz de fijar al central, girar y cambiar de ritmo para conquistar posición de remate. Tiene condiciones para dominar en el marco de LaLiga.

Michy también emerge como alternativa afilada para el ataque posicional: tira paredes, arrastra a los centrales a campo abierto, genera espacios y aparece en distintas alturas, para entrar en el circuito de creación o para desatar el ataque rápido, por agilidad y chasis. Cuando consigue librarse de la presión rival y girar se convierte en un peligro, todo acelera. Lanzado en carrera y en los últimos 40-35 metros es devastador. Busca la posición débil de la retaguardia rival, ataca el espacio entre centrales o marca los vértices del área para morder sobre la espalda del lateral. Marcelino ha armado una plantilla con un perfil muy marcado. Batshuayi va a estar rodeado de pasadores notables: Guedes (si nada falla), Kondogbia, Soler, Parejo o GuedesKondogbiaParejoRodrigo

Michy puede ser primera referencia, pero mejora con un delantero al lado, alternando funciones. Batshuayi puede mezclar también con Santi Mina y Gameiro. El belga emerge como una referencia ideal para el fútbol de Marcelino, donde la doble punta desempeñan una función esencial dentro del engranaje. Presión por oleadas, contragolpe, ritmo alto, acción constante, combinaciones de pocos tocas y a toda velocidad... Por eso funcionó de maravilla en el Borussia Dortmund. Respondió como sucesor de Aubameyang.

En 14 partidos hizo nueve goles -cinco en los tres primeros- y se presentó en el Mundial como alternativa a Romelu Lukaku, con la bendición de Roberto Martínez: «Ha sido em mejor fichaje de invierno en Europa. En Alemania se ha liberado. Es capaz de hacer goles con los ojos cerrados». Batshuayi ha sido suplente de Diego Costa, Morata, Gignac o Lukaku, pero no estaba con Marcelino, no tenía la confianza y ni el contexto va a ser el mismo. Esa es la clave. Está hecho para este Valencia CF