Muchas veces lo bueno se hace esperar. Marcelino lo sabe bien y lo comprobó la pasada temporada cuando Gonçalo Guedes llegó cedido por el Paris Saint Germain el último día de mercado. Ahora vuelve a esperar por el extremo portugués y también por que el Valencia disponga de la mejor delantera posible en el año del Centenario y el regreso a la Liga de Campeones. A mediados de mayo, justo antes de concluir la Liga, el entrenador ya avisaba de que en el ataque «seguro que van a haber movimientos». De todos esos posibles cambios el que Marcelino no quiere que ocurra es la salida de Rodrigo Moreno, máximo goleador y eje principal de la delantera. Por esta razón, desde el club se afirma que tras la venta por 40 millones de João Canceloa ningún referente del equipo, salvo que sea por cantidades tan elevadas como «irrechazables».

La cláusula de Rodrigo asciende a los 120 'kilos' tras la renovación de noviembre hasta junio de 2022 y el futbolista ha reiterado varias veces su voluntad de seguir en el club de Mestalla. La última, tras recortar sus vacaciones y unirse al trabajo de pretemporada antes de lo previsto. No obstante, el Valencia también ha sabido en las últimas fechas que el interés de Julen Lopetegui por llevarse a Rodrigo al Real Madrid es cierto. El técnico de Asteasu quiere en su nuevo proyecto a un atacante que conoce perfectamente tras haberlo entrenado en las inferiores de la Roja y convocarlo de manera habitual para la selección absoluta desde octubre de 2017. Aún así, la palabra de Lopetegui no es, ni mucho menos, la única en un club donde el presidente, Florentino Pérez, participa con voz de mando en la política de fichajes.

Todo bajo control. En este sentido, el Real Madrid todavía no ha realizado ningún movimiento por Rodrigo ni ha tratado de iniciar conversaciones, o una negociación, con el Valencia CF. De todos modos, Marcelino, Mateu Alemany, director general, y Pablo Longoria, jefe de la secretaría técnica, son previsores y estudian el mercado por lo que pueda pasar, que para sacar a Rodrigo del equipo blanquinegro -se reitera- sólo podría pivotarse a través de una propuesta «irrechazable». Los responsables valencianistas, sin embargo, quieren tenerlo todo controlado y, por eso, se han obligado a tener trabajada cualquier alternativa. La primera de las opciones si, finalmente, llegase esa oferta que nadie quiere que llegue es Iago Aspas. El precio del gallego, por quien el Celta se niega a negociar su cláusula, es de 40 millones. El delantero de Moaña regresó este martes al trabajo después de las mini-vacaciones que empezó al acabar la participación de España en el Mundial. En Galicia se apunta ahora que en la cabeza de Aspas la continuidad en el Celta es la vía más clara, pero un movimiento de piezas importante en un equipo que suspira por él -como el Valencia- cambiaría las cosas.

A estas alturas de mercado el Madrid de Florentino parece concentrado en nombres mediáticos con los que paliar el adiós de Cristiano Ronaldo. Los Kane, Lewandowski, Cavani y compañía. Eso sí, conforme pasen los días y las semanas sin que el presidente blanco dé con la estrella que sacie sus ínfulas de grandeza, aumentaría la probabilidad de que atendiese las peticiones de Lopetegui. Y ahí está Rodrigo. El compromiso del hispano-brasileño deja muy tranquilo al Valencia. No va a forzar para irse y la actitud impecable con la que ha empezado a entrenarse lo demuestra. Incluso, su motivación por continuar siendo un líder en el vestuario. Estos días en Crans-Montana, por ejemplo, se le ha visto dialogando e integrando a nuevos compañeros como el italiano Piccini.

La situación de Simone Zaza, por su parte, no ha virado demasiado en estos primeros días de entrenamientos. Si bien es cierto que no se descarta totalmente que siga, siempre y cuando las ofertas por él no convenzan y acepte el hecho de que parte en desventaja en las preferencias del cuerpo técnico, el plan sigue siendo traspasarlo de aquí al cierre del mercado. Y por eso Pablo Longoria se ha centrado en la búsqueda de un sustituto que no suponga un coste altísimo a las arcas del club o que pueda venir cedido desde un grande del fútbol europeo. En la lista de recambios para el italiano brilla el nombre del mundialista belga Michy Batshuayi (Chelsea), que hizo una muy buena segunda parte de curso cedido al Dortmund. El potente atacante anotó diez goles y dio una asistencia entre febrero y abril, mes en el que se lesionó del tobillo.

Para el recambio de Zaza, además de potencia y remate, el prototipo ideal reúne asimismo rapidez y capacidad de atacar los espacios al contragolpe. Un perfil en el que encaja perfectamente Batshuayi y otros integrantes de la lista como el también belga Divock Origi (Liverpool) y Sandro Ramírez (Everton). Más de área, aunque no exento de una buena velocidad, es André Silva (Milan), otro de los delanteros que el Valencia baraja para completar una delantera de Champions. En cuanto a Origi se refiere, cabe recordar que SUPER informó de una reunión con sus representantes.. El interés se ha mantenido y Origi es una de las opciones para el ataque.

En las cuentas de Marcelino Rodrigo y Mina son los intocables. Por Zaza se busca una pieza más atractiva para el estilo vertical del entrenador y al que ya se ha elegido para dar un plus de calidad a la delantera en año de Champions es a Kevin Gameiro. Como pasa con la movilidad y el olfato de Aspas, el juego de alta velocidad del francés tiene enamorado al entrenador del Valencia desde hace meses. Gameiro alcanzó un acuerdo con los blanquinegros y estos, a su vez, con el Atlético por 15 'kilos' más variables. Sólo falta que Diego Simeone lo libere cuando tenga un sustituto en su plantilla. Kevin viajó con los rojiblancos a Singapur e, incluso, fue titular en el amistoso contra el Arsenal. En el Valencia esperan tranquilos a Gameiro y hasta entienden la postura del 'Cholo' a la espera de un refuerzo. Para la primera jornada de Liga el calendario deparó un Valencia-Atlético el 20 de agosto. No obstante, confían en que para entonces los rojiblancos tengan un nuevo delantero y el asunto ya lleve días desbloqueado. Nada hace pensar lo contrario.