El dato OPTA es demoleador: el Valencia CF recibió nueve remates a portería ante el Espanyol, más que en cualquier otro partido bajo las órdenes de Marcelino. Siete fueron dentro del área. La cifra perjudica a toda la defensa, pero el desplome no sólo tuvo que ver con el rendimiento de Piccini, Gabriel Paulista, Diakhaby y Gayà. Como bien dijo Marcelino, la desorganización fue una cuestión colectiva. El centro del campo estuvo muy abierto, el Espanyol encontró demasiados espacios para circular el balón, manejarse entre líneas y llegar a posiciones de remate. Tampoco hubo solución para saltar su pressing. El cortocircuito arranca en la primera línea. Algo similar sucedió ante el Atlético, durante la primera parte en Mestalla. Aquí el proceso fue involución. Pese a todo, en mitad de la tormenta que se desató a partir de la media hora del partido, Mouctar Diakhaby terminó entero. En su segundo partido oficial con el Valencia y en su primera titularidad, el central francés (21 años) demostró personalidad y solidez. En un contexto complejo, ante adversarios como Borja Iglesias, resistió el mano a mano e impuso su físico. También su claridad para el primer pase.

Diakhaby fue la mejor noticia de la defensa en una jornada para olvidar. Entrar por Garay y resistir la sombra de Murillo no es cualquier cosa para un recién llegado. Mouctar formó junto a Gayà un flanco izquierdo disciplinado y presentable. Precisamente, sólo el lateral izquierdo conquistó más interceptaciones. Diakhaby fue el número uno del Valencia en despejes (siete, como Mario Hermoso), el segundo más preciso con el balón -tras Kondogbia- y el segundo defensa con más intervenciones y más pases, tras José Luis Gayà.

El extraño caso de Piccini

Rúben Vezo terminó apareció calentando en la banda porque Gabriel tenía problemas físicos. El brasileño tiene un umbral del dolor superior, pero seguro que afectó a su rendimiento. Estuvo más impetuoso que firme. El caso de Cristiano Piccini es otra cuestión. El italiano entró como un tiro en el equipo en pretemporada, pero su falta de adaptación y rodaje a la línea defensiva se está sintiendo en competición. En el primer partido se quedó colgado, habilitando la posición de Correa, que de otra manera hubiese quedado en fuera de juego. Ayer, en Cornellà-El Prat tuvo otro partido de sufrimiento. Cristiano tuvo que soportar a Sergio García y Dídac Vilà, pero quedó en evidencia en el segundo gol. Mal posicionado, el italiano tardó en atacar el balón y advertir la posición de Baptistao, el brasileño le anticipó, se llevó el balón y la jugada terminó en el 2-0 de Borja Iglesias. El error individual liquidó el partido.