Cristiano Piccini está metido en faena, mentalizado para rehacerse después de tres jornadas en las que no ha ofrecido su nivel auténtico. Mestalla sólo ha podido analizar su versión omega. El Piccini mejorado del Sporting de Portugal todavía no ha aparecido. El Piccini que tanto le encaja a Marcelino, tampoco. El Piccini que tanto gustó en pretemporada... se ha diluido. El bache ha causado sorpresa después de entrar en el equipo con fuerza positiva. Hay un margen de mejora por explotar todavía. Esa es la garantía. La ventana de partidos internacionales le ha brindado la oportunidad de oxigenarse y hacer catarsis. En el amistoso del 90 aniversario del Alcoyano, con toda la prudencia a la que invita el marco competitivo el partido, estuvo más sereno. Fue un pasito al frente que pretende confirmar en los próximos partidos.

El calendario le ofrece una doble oportunidad perfecta para reivindicarse. Primero, el Betis. Después, la Juve. El club verdiblanco le brindó la oportunidad de llegar al fútbol español; allí vivió, durante tres temporadas, cambios fundamentales para entender al hombre que es ahora. En el apartado deportivo, un ascenso, una grave lesión de rodilla, partidos en verde y otros en blanco. Inestabilidad defensiva, mala toma de decisiones, irregularidad y una fuerza ofensiva no determinante. Cuatro puntos que un sector de la crítica se ha encargado de subrayar desde su llegada al Valencia. Puntos débiles y dudas sin contexto, alejados de los motivos reales que le llevaron a cambiar Sevilla por Lisboa. El del sábado es un buen partido para confirmar que tiene más fútbol del que pudo mostrar en una etapa marcada por los cambios y la inestabilidad en el Betis.

Confianza, tiempo, estructura

Sus números en Portugal, su buen tono en choques de alto nivel europeo y los elogios de Jorge Jesus no son literatura de ficción. La prueba está en el rendimiento, en su evolución real, en los especialistas que le reconocieron como revelación del Sporting y como uno de los mejores laterales derechos de la Primeira Liga. El partido ante la Juve es un guiño del destino total, juicio de doble filo por la exigencia tremenda del adversario, pero preciso para recordar que el punto de inflexión en su trayectoria en el Sporting lo marca un partido de ante el campeón italiano. Tercera jornada de la Champions 2017/18, Turín y choque al límite, hasta que un gol de Mandzukic consuma la remontada bianconera (2-1) cuando sólo faltaban seis minutos para el final. Piccini estuvo a la altura, la prensa italiana destacó sus prestaciones y su nombre empezó a vincularse con clubes como la Roma o la propia Juve. Jorge Jesus sacó pecho por su apuesta, porque (como está sucediendo también ahora), Piccini arrancó en Portugal cometiendo errores y generando dudas. Situación que volteó con trabajo y la confianza de Jorge Jesus.

Piccini dejó Lisboa consciente de la exigencia del triple foco Liga más Champions más Copa. El italiano apostó por el proyecto de Marcelino consciente del salto que demandaba -por rendimiento- y de la oportunidad para crecer. Con todos los respetos, ya sabía que la dificultad iba a ser mayor en LaLiga y en el Valencia, sabía que triunfar en Mestalla es un reto superior a hacerlo en el Benito Villamarín o en el Alvalade.

Las primeras jornadas se lo han llevado por delante como un tren. Ha cometido errores evitables, pero aparecido como el hombre de los platos rotos dentro de una defensa castigada por los momentos de forma, la irregularidad de todo el sistema y los cambios; Piccini y Diakhaby son dos piezas nuevas en una línea de cuatro, necesitan adaptación. Sólo Gayà compite ajeno a todo el terremoto. El italiano está en el foco y fue motivo de aclaración en la rueda de prensa de Mateu Alemany. El director general reforzó la apuesta por el italiano: «Nos sentimos muy satisfechos con la plantilla, que ha sido confeccionada con el míster. Tenemos un equipo equilibrado en todas las posiciones».

El plan del Betis 2016/17 era doblar el lateral derecho con el italiano y Martín Montoya

Julio Velázquez, Juan Merino, Pepe Mel, Juan Merino (de nuevo), Gustavo Poyet, Víctor Sánchez del Amo y Alexis Trujillo. Seis entrenadores, dos de media por temporada, una grave lesión de rodilla, problemas en la cadera... Cristiano Piccini no tuvo un marco sencillo para cuajar en el Betis. En realidad, muy pocos futbolistas de esa etapa lo tuvieron. El italiano mezcló luces y sombras. En un bloque desequilibrado no destacó por su equilibrio precisamente. Comenzó como suplente de Molinero -en Segunda- y en su mejor momento se rompió el cruzado. Fue entonces cuando el Betis reforzó el lateral derecho con Martín Montoya, que dejó el Inter en la ventana de invierno. El catalán funcionó a buen nivel y el plan para la campaña 2016/17 era arrancar con los dos en el lateral derecho, con Montoya como primer espada y Piccini para competir, pendiente de estar al cien por cien. El Valencia partió aquella hoja de ruta y se llevó a Montoya. La dupla volvió a reunirse este verano, como blanquinegros, pero Montoya buscaba sentirse importante, recuperar la confianza.