El día después del drama en la Copa de la Liga fue tenso para el Manchester United. La rueda de prensa posterior al Derby County fue otro esperpento. La porquería empieza a desbordar, da igual el tipo de periodismo que se consuma en Inglaterra, el ciclo de José Mourinho empieza a ser insostenible. Si caer -por penaltis- en Old Trafford, ante un segunda división ya es tremendo para un club de semejante dimensión, la imagen del miércoles en Carrington lo fue todavía más.

Paul Pogba saltó al campo de entrenamiento en plan mega crack feliz, como si no hubiera pasado nada, con una sonrisa, chocando la mano con Carrick y con otro miembro del cuerpo técnico en la cara de Mou... al que no saludó. El portugués no se resistió y susurró un par de palabras. Boom. Pogba se quedó helado y le lanzó una mirada afilada como un cuchillo. Defender a Mourinho es difícil, pero, después de un ridículo espantoso (el centrocampista francés se libró), esa actitud descarada estaba de más. Pese a los intentos por esconder la evidencia, la ruptura se ha hecho evidente. Sin juego, con el vestuario revuelto, con una política deportiva fracasada, tras una inversión animal en jugadores de perfil equivocado y con un fútbol a años luz de la energía de Manchester City, Liverpool o Chelsea, la cuestión por resolver está clara: ¿Hasta cuándo va a resistir Mourinho en el banquillo?

Lo que está sucediendo en Old Trafford repite las señales que le llevaron a terminar ciclo en Chelsea y Real Madrid con una ruptura radical, con un baño de sangre figurado. Todo coincide, hasta el tiempo de desgaste: la tercera temporada. La involución en este caso ha sido más rápida y los éxitos más discretos. Su fútbol no carbura con la regularidad necesaria para competir al máximo nivel, tiene al United peleado con el mundo, el vestuario está dividido y no la relación con el jugado franquicia -Pogba- está rota. Sólo las victorias pueden sostener la posición del portugués.

La directiva no responde

En condiciones normales, como hubiera sucedido con Sir Alex Ferguson, Paul Pogba ya llevaría tiempo fuera del club y Old Trafford hubiera aplaudido la apuesta, como sucedió con Ruud van Nistelrooy, David Beckham o cualquier crack de turno con dudas entre lo importante y lo trascendental, el Manchester United. Ahora la grada tiene dudas y eso que las formas de Paul Pogba, tampoco entusiasman. Al contrario, los peinados y el rollito NBA no molan. Mourinho no le ha generado el contexto para que marque la diferencia. Sus personalidades no han conectado.

Pogba es un futbolista de momentos -determinantes-dentro de los partidos: resuelve con gol o asistencia. Como hacía en la Juventus, donde era el eje principal del ataque y sí resolvía. El francés es un mediapunta de dos metros, con un ego como la Torre Eiffel. Con Mino Raiola moviendo los hilos, este verano se ha ofrecido a Barça y a Juve. La directiva también es un caos.

Ed Woodward, súper ejecutivo de los Diablos Rojos, también va a salir tocado de la crisis. En una plantilla necesitada de calidad real y mientras sus adversarios han trabajado para dar otro salto reforzando posiciones clave, ha invertido 164 millones de euros en Fred (60 kilos para el Shakhtar), Diogo Dalot y Lee Grant. No ha llegado nada de lo que reclamó Mourinho. Eso también pesa y el centro de la defensa sigue siendo un drama, pese al gasto en Bailly o Lindelöf. El jefe de operaciones del United también tiene dudas, pero tiene que apostar, fuerte. El balón tiene la respuesta o la debería tener.

Mánager, líderes, estrellas

Pese a la irregularidad lo más sensato que ha pasado desde Ferguson es Louis van Gaal, que se fue ganando una FA Cup y lanzando jóvenes como Marcus Rashford. Una FA Cup, una Europa League... Mourinho ha perdido el hilo, no ha sacado rendimiento máximo de ningún jugador y por ninguno ha obtenido plusvalía en el mercado. Se está jugando su prestigio futuro. Su pasado no se discute. No es Ferguson y Pogba es un cromo mediático top, también un gran jugador: campeón del mundo, fichaje de 125 millones de euros, jugador highlight. El Manchester United tiene que decidir: rearmar el equipo en torno a Mou, rearmar el equipo en torno a Pogba o rearmarlo sin ninguno de los dos. La semana que viene, el Valencia jugará en Old Trafford. El río está revuelto por allí. La situación es realmente compleja.

Lejos de Liverpool o City

Guardiola, Pochettino, Klopp, todos hacen un fútbol superior en fondo y forma. Su modelo físico, basado en la defensa, el juego directo y el contragolpe es previsible. Resiste por el peso de la camiseta y la calidad.