Marcelino García Toral reunió a todos sus jugadores en el vestuario de la ciudad deportiva de Paterna antes del entrenamiento vespertino. Técnico y jugadores hicieron terapia juntos por espacio de cuarenta minutos. No fue una charla post-partido más. El técnico hizo ver a sus jugadores todas las cosas que se hicieron mal en el partido contra el Celta de Vigo con el objetivo de corregirlas desde la exigencia, pero sobre todo quiso reforzar al equipo destacando punto por punto todo lo bueno que se había hecho antes del empate 'in extremis' de Iago Aspas. Y fue mucho. Suficiente para seguir creyendo que el Valencia CF está en el camino correcto a pesar de lo que dice la clasificación. El vestuario está tocado por la oportunidad de oro perdida del miércoles y la crueldad del marcador en el mejor partido de la temporada, pero no está hundido. Cree y mucho.

SUPER pulsó la opinión de algunos jugadores de la plantilla sin micrófonos por medio para comprobar el estado anímico real del equipo. No es ninguna pose. Todos apuntan en una misma dirección: el partido contra el Celta, lejos de enturbiar el ambiente y sembrar más dudas, ha reforzado el convencimiento de que son un «equipo» y las victorias van a llegar «rápido». «Hay que seguir en la misma línea de trabajo y ser un equipo, que lo estamos siendo. El ambiente es bueno y los resultados son cuestión de tiempo. Estamos convencidos de que cambiará rápido esta mala racha de resultados». Lo creen.

Los jugadores no han dejado de hablar desde que acabó el partido. En el vestuario, en la cena en el palco VIP de Mestalla y en Paterna. El equipo apela a la unión del grupo para hacer frente a las adversidades de este arranque de competición. El empate del Celta dolió, pero la confianza está intacta. Marcelino y sus jugadores continúan creyendo. «Fue un golpe duro porque lo hicimos todo para ganar pero hay que juntarse más que nunca y seguir creyendo». El vestuario entiende que el inicio de temporada se puede analizar desde dos puntos de vistas muy diferentes. Uno, el más negativo, obsesionarse con que no ganan nadie. Dos, algo más esperanzador, aferrarse a que el equipo no pierde partidos en un momento tan crítico como este. Solo el Espanyol fue capaz de doblegarlos en Liga. Ni Atlético, ni Levante, ni Betis, ni Villarreal, ni Celta pudieron tampoco. Así se explica dentro del vestuario: «Hay dos lecturas de esta situación: que no se gana o que el equipo no pierde, que está vivo y que compite siempre. Nos quedamos con la segunda».

El miércoles en Mestalla se escucharon los primeros silbidos. Los aplausos ganaron a los pitos, pero a nadie escapa que cada vez es mayor la preocupación y el nerviosismo del entorno. Es lógico que desde fuera hayan dudas. El mensaje del vestuario es claro. «Tenemos que apoyarnos en nosotros mismos, no podemos caer en el nerviosismo de fuera». Anil Murthy, Mateu Alemany y Mateu Alemany Pablo Longoria también quisieron sumar su granito de arena y reforzaron al equipo en Paterna. Las caras en el entrenamiento nada tiene que ver a las de una crisis. La preocupación existe, pero también la seguridad de que la temporada va a ir a mejor. Hay bromas, risas y lo más importante: ganas de jugar y ganar mañana en Anoeta.