Desde La Cerámica el Valencia CF ha experimentado claros síntomas de mejora. El pilar básico en el crecimiento del equipo ha sido la defensa, con tres goles menos encajados que el curso pasado a estas alturas. El ataque, sin embargo, continúa encallado a pesar de las señales de luz emitidas contra Celta y Real Sociedad o en los contragolpes liderados por Gonçalo Guedes en Mánchester y en el primer acto del Valencia-Barça. Cerca del primer cuarto de Liga, la carencia de goles se ha convertido en el principal problema que aleja a los blanquinegros a siete y seis puntos de sus principales rivales por las plazas Champions: Sevilla y Atlético. Betis, Getafe, Villarreal y Valencia son los cuatro conjuntos del torneo con menos goles a favor, siendo los verdiblancos los últimos de la lista.

La treintena de partidos que queda por delante, la irregularidad general en este inicio y el próximo calendario provocan que los de Marcelino estén totalmente a tiempo de recuperar el terreno perdido. Aún así, el debe goleador es una realidad. La temporada pasada el Valencia se topó con una situación parecida, si bien la delantera explosionó todo su potencial en la jornada cinco en Mestalla contra el Málaga. En los cuatro primeros envites de la competición -Las Palmas (1-0), Real Madrid (2-2), Atlético (0-0) y Levante (1-1)- sólo Rodrigo Moreno y Santi Mina habían anotado un gol cada uno. Ante los malacitanos Simone Zaza se destapó con un hat-trick, mientras que 'Rodri' y Mina repitieron.

Hace un año, al acabar la octava jornada, los de Marcelino rozaban la media de tres goles por partido (2,6). Una brutalidad. El 15 de octubre el equipo regaló una lección de ataque directo, contragolpe y eficacia en el Benito Villamarín, donde se impuso 3-6 al Betis con tantos de Kondogbia, Guedes, Rodrigo, Santi Mina, Andreas Pereira y Zaza. En las semanas previas los valencianistas ganaron a la Real Sociedad (2-3) y al Athletic (3-2). El bloque de Marcelino era una máquina letal en estado de gracia. Los delanteros sumaban por estas fechas 15 dianas y la aportación de las líneas de atrás ponía el resto: dos goles de Kondogbia, uno de Carlos Soler, otro de Dani Parejo, desde los once metros, y otro de Nacho Vidal.

Hoy la esperanza sigue siendo que el ataque vuelva a resurgir como en la anterior campaña. En la planificación de plantilla Marcelino, Longoria y Alemany decidieron cambiar a Zaza, que bajó sus cifras en la segunda parte de la Liga, por puntas más dinámicos como Kevin Gameiro o Batshuayi, autores de un gol cada uno. La mejora paulatina en el físico de atacantes que estuvieron en el Mundial, como Guedes, Batshuayi o Rodrigo, es uno de los argumentos para confiar en que la delantera estará más engrasada conforme avance la Liga. Además del desequilibrio de Guedes, en los últimos duelos, por ejemplo, Batshuayi ha aportado soluciones en el juego de espaldas y combinaciones al primer toque.

El Valencia ha mejorado su caudal de ataque, aunque todavía tiene camino por recorrer en esta faceta. El conjunto de Marcelino aparece en el ranking de los que más disparan desde la distancia, pero cae a posiciones bajas en cuanto al número de remates en el interior del área. Si bien, en el área pequeña los blanquinegros son de los que más rematan... y con menos acierto. Ese ha sido el principal obstáculo para la consecución de goles: la baja eficacia en ocasiones claras. Sin ir más lejos, con la pegada del año pasado el Valencia habría ganado en Orriols, pese a que el juego no terminó de carburar en el derbi.

Entre los motivos de que el equipo sume a estas alturas 15 goles menos se halla también el número inferior de llegadas desde segunda línea, en un Valencia que se ha rehecho dando algunos pasos atrás.