Ricardo Antonio Mohamed, alias 'Turco'. Así llaman al -nuevo- entrenador del Celta. El apodo, debido al origen árabe de sus abuelos por parte de padre, lo ha tenido que aparcar por motivos futboleros: turco es como llaman en Vigo a los aficionados del Deportivo de La Coruña. «Mejor llamadme Toni», aseguró en rueda de prensa tras conocer la conflictiva coincidencia. Genio y figura, Mohamed es un personaje. Lo fue como futbolista y lo es como entrenador. Por carácter y por discurso, nunca deja indiferente a nadie. Con 48 años, su vida da para escribir un par de libros... de hecho, ya tiene uno. Tras el paso tibio de Juan Carlos Unzué, el Celta apostó fuerte por un técnico que es mucho más que un técnico. Balaídos marca su primer paso en LaLiga y en el fútbol europeo, pero Felipe Miñambres decidió asumir el riesgo, consciente de que su forma de ver el fútbol y la vida pueden ser una bomba, en positivo. Colega de Maradona, tiene buen rollo con Messi y es amigo del 'Cholo' Simeone. Lo clave es lo que transmite. «Vengo a ganar. No sé después si la directiva me mantendrá. Pero no vengo de paseo, vengo a triunfar. Quiero que la gente se sienta orgullo por del Celta». Así se presentó Mohamed en una entrevista en el 'Faro de Vigo'. Con Tjuana, América y Monterrey fue campeón en México.

Mohamed nació en el barrio de Villa Soldati, Buenos Aires. En Argentina es considerado un grande, pero en el fútbol mexicano le consideran una celebridad. Su carrera profesional y su vida están ligadas a los dos países. Como futbolista era un delantero con un punto de genio, aunque no era un killer. En México se hizo famoso por sus estilismos, sus peinados y su físico, pasado de peso. La leyenda cuenta que fue el primero en utilizar botas de color diferente al negro. Jugó en América, Atlante o Atlético Celaya, pero fue en el desaparecido Toros Neza fue la sensación, por sus goles y por el show de las presentaciones, con todo el equipo medio disfrazado. Comenzó su carrera en Vélez y luego pasó a Huracán, el club de su corazón. Allí también es ídolo, un gol suyo sirvió para firmar un ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino. En 1990 fichó por la Fiorentina, pero nunca llegó a jugar en Italia. Fue cedido a Boca, donde sólo jugó 16 partidos. Chocó con Óscar Washington Tabárez y agrandó su leyenda por fallar un gol cantado ante su querido Huracán. Internacional en categorías inferiores con Argentina, dentro de la generación de 1970 (como Simeone), en su palmarés luce la Copa América de 1991, título que conquistó de la mano de 'Coco' Basile y un grupo de futbolistas como el Cholo, Batistuta, Latorre, Caniggia o Enrique.

El 'Turco' colgó la botas en Zacatepec y allí empezó a entrenar. En 2005 regresó a Argentina para intentar rescatar a Huracán de la segunda división, quedó cerca. Esa aventura la ha intentado un par de ocasiones más. Incluso ha llegado a dirigir sin cobrar. En 2007 consiguió el ascenso, pero en 2013 volvió a intentar la machada y duró unos pocos partidos. «Llegué y pensé que con mi sola presencia jugadores como Pity Martínez y Espinoza se iban a ganar partidos», reconoció después. El fracasó fue una cura de humildad: hay que prepararse, hay que conocer el contexto y los rivales. Por eso, asegura que estaba listo para dar el salto a Europa. En México, los equipos de Mohamed tenían un sello muy reconocible: presión intensa, transiciones veloces. Su propuesta encaja con la filosofía del Celta de las últimas temporadas. De México, campeón con América, Monterrey y Tijuana, al que llevó a cuartos de la Copa Libertadores. Una proeza. El mundo de Mohamed no se entiende sin el desgraciado accidente que le cambió la vida en julio de 2006. El 'Turco' había viajado con su hijo -Faryd, nueve añitos- hasta Alemania para seguir a la selección de Argentina. En la autopista, camino del aeropuerto, su furgoneta fue embestida por otro coche. Faryd perdió la vida y Mohamed casi pierde una pierna. Desde entonces siempre le acompaña un rosario, también lo lleva tatuado. Un homenaje y una promesa: triunfar en el fútbol.