El Valencia CF tiene vida. Los malos resultados. No hay que esconder la realidad. El fútbol demuestra que hay problemas (importantes), pero la situación no es irreversible. "La sensación del equipo desde dentro es que no está roto, que no está dejado, que no hay descontrol como en otras épocas... hay un rumbo claro. No estamos al nivel esperado, pero no queda otra, hay que seguir hacia adelante y no desviarnos de lo que es la unión del grupo". Son palabras de Rodrigo Moreno.

En mitad de la tormenta, el delantero frena en seco la psicosis. El destinatario del mensaje es el aficionado. Rodrigo reclama confianza y un poco más de tiempo, dos cuestiones imposibles en el fútbol... pero necesarias ahora mismo. El apagón no admite comparación con la oscuridad de etapas recientes. Nada que ver con los episodios sufridos con Cesare Prandelli, Pako Ayestaran o Nuno Espírito Santo. Rodrigo estuvo en todos. El club tiene ahora músculo suficiente para amortiguar la crisis. El vestuario -jugadores y cuerpo técnico- es consciente de que el camino para encontrar la luz al final del túnel pasa por el compromiso común y la cooperación.

Todo lo sucedido en estos primeros meses debe servir de aprendizaje. La intención es provocar un punto de inflexión que sirva para tomar impulso y producir una reacción duradera, auténtica. Paso a paso. El único objetivo es lo inmediato. Aprovechar los próximos entrenamientos para mostrar una mejor versión en San Mamés y así sucesivamente. Igual que la derrota ha metido al Valencia en una espiral de negatividad y duda, se busca una serie de victorias para amortiguar el proceso y poner en marcha la recuperación. La victoria es la única manera de mantener el crédito, sostener el discurso y -más importante todavía- inyectar confianza. Todos están de acuerdo en el fondo y en las formas: trabajo, trabajo y trabajo. Todos asumen la crisis desde la responsabilidad, todos son conscientes de los errores cometidos. No es una cuestión individual, no es culpa de dos o tres futbolistas, no es una cuestión de entrenador. El club está seguro de Marcelino y de la plantilla. La plantilla está segura del club y de Marcelino. Y Marcelino está seguro de la plantilla y el club. La labor realizada durante la temporada tiene un peso y un valor.

Nadie pinta el momento de color rosa. Después del colapso sufrido en Berna y del serial de empates en LaLigaEl grupo es sensible a todo lo que se habla fuera, no está al margen de la realidad, de las expectativas y del sufrimiento. Marcelino lo ha defendido siempre: en la plantilla pecan por exceso de compromiso y no por defecto. No hay falta de actitud. Sí hay un bloqueo, las piernas están clavadas y tampoco hay frescura mental. Todo parece peor de lo que realmente es y la situación también ha mermado el proceso de adaptación de los nuevos fichajes.

Rodrigo y Parejo han quedado en el foco por prestigio, por expectativas y por estatus. No están en su mejor momento y el juicio constante al que están sometidos por crítica y aficionados no les está ayudando a romper con la dinámica.

Recuperar la conexión

No todo es una cuestión ambiental, también hay factores futbolísticos. En Berna, Marcelino no pudo contestar otra cosa: el cortocircuito afecta a todas las áreas. El Valencia ha perdido fuerza en todo lo que era fuerte: transiciones, área propia, área rival y centro del campo. No se distingue el estilo y la identidad de Marcelino. Las dudas se lo han comido. El equipo que representaba con fidelidad absoluta el abecé del míster asturiano se ha perdido. Toca hacer un reset, recordar todo aquello que funcionaba, corregir los defectos y abrir camino a nuevas soluciones. Es fundamental recuperar la química perdida. Las parejas y las sociedades que la temporada pasada ayudaron a volar ahora no conectan. Sucede con Parejo y Kondogbia, con Parejo y Rodrigo, con Guedes y con Rodrigo... Los protagonistas se repiten y no están en su mejor momento. El ciclo bajo se ha alargado más de lo esperado, pero en el club coinciden en su importancia: Parejo y Rodrigo son los hombres bisagra de centro del campo y ataque. Marcelino está seguro de que cuando estén a su nivel -normal- el Valencia volverá a ser el Valencia. Luego están Guedes, Garay y Kondogbia, que han faltado muchos partidos por problemas físicos y son determinantes.

Durante esta primera etapa del campeonato se ha sufrido una tormenta perfecta. Sólo Neto y NetoJosé Luis GayàEl efecto del lateral izquierdo ya es tremendo y su liderazgo evidente. El mejor Valencia no se entiende sin Kondogbia, la dimensión y el orden de la defensa son otros con Garay y el ataque intimida y aumenta su capacidad de agresión con Guedes. No han coincidido y ha faltado continuidad.

La temporada pasada, el centro del campo Guedes, Parejo, Kondogbia, Soler impulsó la tremenda primera vuelta del Valencia. Carlos es otra de las excepciones de la temporada; el interior ha mejorado su trabajo sin balón y se mantiene al servicio del equipo a un nivel alto. Lo mismo que Coquelin, que ha vuelto tras la lesión con energía y claridad. Marcelino tiene margen, pero hay que empezar a ganar.