SUPER publicaba el jueves un informe de cuatro páginas con las claves que explican la crisis las claves que explican la crisis del Valencia CF tras pulsar todas las patas del aparato deportivo y ejecutivo del club de Mestalla. La conclusión que lo resume en esencia es que el equipo no está roto y existe una confianza total en torno a la idea de que, en cuanto todos los jugadores que formaban parte de la columna vertebral del bloque que llevó al Valencia CF a la Champions estén próximos a un punto de rendimiento alto -no necesariamente tiene que ser su mejor versión- el equipo comenzará a ir para arriba porque tiene el margen -pese a todo el bagaje está vivo en las tres competiciones- y la calidad, como quedó demostrado a lo largo de toda la temporada pasada. La tormenta perfecta no ha sentenciado al Valencia CF y la pata restante, el vestuario, también lo tiene claro.

Al calibrar las sensaciones de la cadena de pesos pesados del equipo afloran frases de responsabilidad total y de unión. Reaccionar en el Valencia CF es un verbo que se conjuga en primera persona. Ninguna mención al staff técnico o a algún otro actor que se desenvuelva fuera de los límites visibles del terreno de juego. "Esto lo tenemos que sacar adelante nosotros. No va a venir nadie más a ganar por nosotros", asegura en privado uno de los jugadores con peso específico. En la plantilla son conscientes de la situación de emergencia, con sus rasguños y sus raspones porque todo no es del color de rosa y la gravedad de la situación exige un golpe de autoridad y una inyección de confianza, pero hay un sentido autocrítico y una determinación que debe imponerse sobre las dudas y los miedos para reflotar por la vía rápida.

"No ganar los partidos no ayuda, sabemos la exigencia del Valencia CF, pasan los partidos, no ganas y eso te merma, pero hay que ganar ya y superar esta situación... Sabemos porque lo hemos hecho antes", relata otro, que aclara: "entrenar entrenamos a tope". El margen de mejora y la urgencia están marcadas en el vestuario. El contexto, por tanto, es fértil para buscar soluciones. Y ahí debe intervenir el entrenador para mostrarles un camino como hizo la temporada pasada, cuando vieron que "el míster tiene las cosas claras". El equipo, en efecto, está con Marcelino, las juntas del vestuario están selladas para resistir a los efectos de la mala dinámica y es la hora de salir con el escudo por delante. Están a tiempo. Tras el tropiezo en Berna no hubo charla del míster ni tampoco al día siguiente. Los jugadores, pese a que señalan que es un episodio "difícil de entender" conocen los porqués del apagón. Más allá de los motivos puramente tácticos hay que volver a aprender a ser "competitivos del primer al último minuto".

La calidad y el calendario

Si la estructura deportiva es más fuerte que hace un tiempo -la llegada de Mateu Alemany sirve como frontera- y eso lo sostiene todo en un contexto de crisis, la calidad del vestuario también es distinta -la realidad se ataca de frente, se asumen responsabilidades y no se reparten culpas, como sucedía antes de la llegada de Marcelino con futbolistas al mando como Enzo Pérez, Negredo o Alves- y se advierte que, si bien el tejido competitivo está debilitado, la referencia más inmediata -la 2017/18- enseña que "no hay que dar por muerto al equipo". Este discurso, eso sí, solo tiene sentido si el Valencia CF es capaz de rehacerse en la próxima tanda de partidos.Enfrentamientos ante Athletic

Enfrentamientos ante Athletic, Girona, Young Boys, Getafe y Rayo van a medir la evolución. A priori los rivales son propicios pero también lo eran Leganés y Young Boys. Luego, las cosas fueron distintas. Si hace semanas se aferraban con fe al hecho de que el equipo no perdía, ahora ese margen se da por agotado. La hora de ganar es inaplazable.