Marcelino regresa este martes al estadio de La Romareda, escenario de una de sus peores experiencias como entrenador y de la primera destitución de su carrera, todo en su etapa como técnico del Real Zaragoza. Lo hará por segunda vez desde que firmó con el Valencia CF, el año pasado su equipo ya eliminó al Zaragoza en esta competición, aunque en esta ocasión para enfrentarse al CD Ebro en la eliminatoria de la Copa del Rey. Llega, curiosamente, con los mismos 11 puntos en las primeras diez jornadas que apenas tres semanas después provocaron su salida de la entidad en diciembre de 2009 y con diferencia en su peor momento en el banquillo de Mestalla, con una sola victoria en 13 partidos entre LaLiga y LaLigaChampions League

Son dos situaciones que, más allá de los números, presentan algunas similitudes, como el hecho de que el técnico asturiano venía de una campaña exitosa en la que había logrado el ascenso a la primera división. Aquí fue devolver al equipo en us primera temporada a la Liga de Campeones. También el favor de los aficionados, que ni ahora ni entonces pidieron su cabeza cuando las cosas empezaron a ir mal, más bien estuuvieron de su parte. Aunque poco más tiene que ver la situación de Marcelino en aquel Zaragoza, donde fue engañado y ninguneado en las decisiones importantes sobre planificació y fichajes, con la que ha vivido en el Valencia CF, donde su palabra ha sido determinante en todas y cada una de las operaciones importantes que ha realizado el club desde su contratación en el mes de mayo de 2017.

Crisis, mala racha

El técnico del Valencia CF no habla de crisis pero sí de una mala racha peligrosa por lo inesperada, ni él ni nadie en el club podían siquiera imaginar en el mes de agosto que hoy, 29 de octubre, el equipo estaría donde está, tres puntos por arriba del descenso, 11 puntos y solo 7 golea a favor. Especialmente Marcelino, para el que estos representan sus peores registros desde que es entrenador de élite y no termina de encontrar la fórmula para cambiar el rumbo.

Tampoco lo consiguió en aquel Real Zaragoza de Agapito Iglesias, por el que fichó después de haber tenido por primera vez la oportunidad de entrenar al Valencia CF. Como revelaba el entonces presidente Eduardo Bandrés al anunciar la destitución, «el entrenador no nos ha dicho cómo cambiar la dinámica, nos ha manifestado que no se encuentra convencido de poder revertir la dinámica del equipo trabajando como hasta ahora. Entendemos, viendo como habla, que no sabe cómo cambiar esa dinámica. Él solo habla de trabajar, trabajar y trabajar. No de trabajar más, no trabajar tampoco mejor y, sobre todo, no trabajar distinto. Entendemos que, cuando uno quiere que las cosas cambien, habrá que hacer algo diferente porque, si hacemos lo mismo, mal se puede cambiar». Una versión evidentemente interesada de los hechos porque el Zaragoza apenas cambió su dinámica y se acabó salvando del descenso prácticamente en la última jornada.

La Copa del Ebro

La Copa no se presenta ni mucho menos como una tabla de salvación, al fin y al cabo el Valencia CF se mide a doble partido al colista del grupo III de Segunda B. Un equipo que, como curiosidad, también ha sumado una sola victoria en diez partidos de liga y únicamente ha marcado un gol en su propio estadio, el de La Almozara-El Carmen en un barrio de la ciudad de Zaragoza. Aunque sí existe un contexto en el que este partido tan desigual a priori aparece como una oportunidad para volver a sentir la sensación de ganar, ver futbolistas que han tenido menos minutos, dar oportunidades a la cantera con ello empezar a edificar un punto de inflexión necesario para recuperar la confianza de los jugadores y volver a los buenos resultados que acreditaba este Valencia CF la pasada temporada con Marcelino García.