Aterrizado en València después de tres intensos días en Suiza, lo que continúa con frescura en mi recuerdo son las preguntas de aficionados valencianistas minutos antes de embarcar en Zúrich para volver a casa. «¿Cómo es posible?», «¿Qué está pasando?», «¿Por qué tanto cambio en tan pocos meses?». Cuestiones directas de quienes sufrieron, en la soledad y el frío de la grada visitante del Stade de Suisse, la desastrosa segunda parte del Valencia CF de Marcelino. Cada vez parecen menos los que creen que la concatenación de empates es simplemente obra de un caprichoso fenómeno paranormal. «No me pasó nunca», decía el entrenador.

«El sábado contra el Athletic apoyaré al equipo como el que más», dice Karim. Pero ayer, hoy y mañana la herida duele. El consuelo que ahora queda a los aficionados desplazados a Berna descansa en las segundas oportunidades que tanto en la Liga como en la Champions conceden los rivales. Eso... y el detalle de varios jugadores al acabar el triste partido ante el Young Boys (1-1). Rodrigo, Diakhaby, Jaume, Gabriel Paulista, Gayà, Soler o Parejo -demasiado tibio para un primer capitán- se aproximaron a la grada para agradecer su apoyo. Jaume y Gabriel se acercaron aún más. Diakhaby y Rodrigo, incluso, saltaron la valla para ofrecer sus camisetas como disculpa por el rendimiento de todos. Y el ?19? fue más explícito juntando las manos reclamando perdón. Otros saludaron casi desde el medio campo y todos se retiraron cabizbajos, síntoma evidente de que los problemas traspasan la estadística y el acierto.

Mouctar Diakhaby, por su parte, vivió una segunda mitad de emociones contradictorias. Primero, señalado y silbado por la hinchada del Young Boys, acusado de hacer teatro tras la falta clara de un jugador rival. Al finalizar el partido, en cambio, recibió el cariño reparador en la esquina valencianista del estadio. Los ultras locales volvieron a provocar al joven francés de camino al túnel con nuevos e intensos pitos. Su respuesta fue lanzar al viento unos cuantos aplausos.

La crisis del Valencia sólo tiene un antídoto compuesto por tres ingredientes: recuperar las conexiones ofensivas, con Parejo y Rodrigo como responsables principales, goles y VICTORIAS. Sin embargo, los gestos cuentan y un servidor lo comprobó en el viaje de regreso. La importancia, casi sagrada, que tiene para el aficionado sentirse respetado por quienes defienden el escudo del murciélago y la Senyera.