A los capitanes los eligen los entrenadores, los líderes salen solos. Solo hay que esperar a los momentos complicados. Cuando el camino se tuerce el liderazgo brota por sí mismo y de forma natural. La prueba del algodón es Gayà Destinado a portar el brazalete de capitán desde que era niño -así lo anticipó Rufete en el momento que dio el salto a la élite-, el lateral de Pedreguer emerge esta temporada como un jugador cuyo peso específico se reconoce a kilómetros y que trasciende los noventa minutos que dura cada partido. Su quinta temporada como futbolista del primer equipo lo retrata como un referente reconocido por sus compañeros, los miembros del cuerpo técnico y hasta los altos ejecutivos del club. Impulsado por la confianza y el protagonismo que le ha dado Marcelino desde su llegada, Gayà crece cada día a partir de un factor determinante: la seguridad como base de todo. El asturiano -cuyo mérito, en este sentido, es evidente a la hora de desencadenar todo su potencial- lo ha lanzado a su mejor nivel, el jugador ha respondido con un paso al frente y en el club, después de renovar su contrato el pasado verano hasta junio de 2023, no dudan en señalarlo ya como el nuevo murciélago de este Valencia CF.

La bandera de la rebelión contra la mediocridad es suya. Hoy en día Gayà es sinónimo de jerarquía y el partido en Old Trafford contra el Manchester United establece una frontera. Si hasta ese día venía interpretando un papel en esa línea, el Teatro de los Sueños terminó de bautizarlo como 'capo'. El '14' está para todo. Para atacar, para defender, para protestarle al árbitro una acción determinada, para aplicar a un compañero o para recriminarle algo a un rival. No se arruga. Le apretó las tuercas a Cristiano Ronaldo -fue el primero en embestir al portugués cuando agredió a Murillo-, a Rashford, a Damián Suárez -el lateral del Getafe es un especialista en hacer del fútbol una guerra- o a Luis Suárez. El uruguayo del Barça ya es un viejo conocido para él. Cada partido saltan chispas pero lo que pasa en el campo se queda en el campo. Si hay una actitud que no le gusta, Gayà te pone en tu sitio; siempre con el escudo por delante. Su compromiso marca la línea para los que llegan desde la Academia y también para los fichajes. Contra el vacío de liderazgo que hay en la plantilla actual Gayà sobresale por carácter y sensibilidad. Llega donde no llega Parejo ni Rodrigo y en un arranque lleno de turbulencias se le reconoce como uno de los pocos que han sido capaces de ofrecer un rendimiento alto y continuo, asumiendo el papel que se le suponía a jugadores como los anteriormente mencionados o Kondogbia. El rendimiento del de Pedreguer contagia y también su nivel de participación. Es el jugador más utilizado por el técnico en LaLiga junto a Paulista y LaLigaPaulistaNeto y Marcelino ha demostrado que va con él adonde haga falta, al punto de reducir al mínimo -algo cuanto menos sorprendente- el protagonismo de Lato. El feeling entre ambos es total y, en este sentido, desempeña su papel cuando el técnico recurre a la cadena de capitanes para mantener los equilibrios del vestuario en el día a día. Si hace año y medio tenía dificultades para mantener la regularidad por culpa de las lesiones ahora juega tres partidos por semana si es preciso.

Ha disputado todos los minutos y todos los partidos, salvo el de Copa ante el Ebro y el de la Real Sociedad, ambos por descanso. Nunca había jugado tanto a estas alturas de la temporada pero si el míster le pregunta si lo cambia, como sucedió en la segunda parte del partido ante el Young Boys en Mestalla, la respuesta de Gayà es clara: «no». Se ve fuerte. Gayà se ha definido como macho alfa y soldado universal. Sus isquiotibiales rinden al límite pero el jugador tiene decidido que no frenará siempre y cuando el cuerpo se lo permita dentro de unas mínimas garantías. Para hacerlo posible sigue nuevas rutinas preventivas y de recuperación: el Valencia CF y la selección se benefician de ello. Sus galones se perciben también en detalles como sus comparecencias ante los medios. Si la situación exige hacer análisis en crudo, nada de eufemismos. Del «debemos generar mucho más fútbol» a «esto no puede volver a ocurrir, la segunda parte no es digna de este equipo». Le avalan más de 150 partidos con la camiseta del Valencia CF a sus 23 años.