Detrás de cada colleja que se da en el 'Sant Vicent' casi siempre hay un motivo, una justificación. En 'el pasillo', como se le conoce entre los futbolistas del Valencia CF, todo tiene sentido... Caprichos hay pocos. Hay quien recibe por sistema -casos de Cristian Rivero, Racic o Kangin Lee- pero el resto va pasando en función de muchas variables. Cualquier motivo es bueno. Si Gayà renueva su contrato, al día siguiente recibe una lluvia de capones. Si Batshuayi dice 'aquí estoy yo' con dos goles con Bélgica, a la vuelta le esperan para celebrarlo con jarabe de palo. Si Guedes, después de todo el verano esperándolo, cierra su fichaje por el Valencia CF, se le da una bienvenida a la altura. Si hay que reforzar la autoestima de Lato esa es la mejor manera. Si un día sube un canterano, ya se puede ir preparando para el recibimiento que le espera. La broma sirve para todo y los técnicos, incluso, participan de ella a la hora de designar los elegidos. Todo un acontecimiento en el día a día que funciona como elemento de cohesión: es el pegamento de un Valencia CF que se ha cosido tras un primer tramo de temporada algo accidentado. Ayer le llegó el turno a Diakhabyy fue una especie de reconocimiento colectivo a su actuación contra la Juventus en la Champions, donde jugó su primer gran partido desde que fichó por el Valencia CF este verano tras una inversión de 15 millones de euros.

El vestuario celebra que el central de Vendome haya salido del caparazón. Apadrinado por Kondogbia desde el momento de su llegada -el centrocampista ha guiado cada paso que da para favorecer su proceso de adaptación-, 'Diakha' está marcado como un elemento sano, positivo y constructivo dentro de la plantilla. Tiene maneras, actitud y recorrido pero hasta ahora no le había acompañado el rendimiento. El futbolista demostró su predisposición ajustando su físico a los estrictos parámetros que marca Marcelino. Al llegar del Olympique de Lyon, un equipo con otro tipo de hábitos muy distintos, los especialistas del Valencia CF le calcularon un porcentaje de grasa de un 16% -cuando lo habitual es entre 9% y 11%-, adoptó rutinas de trabajo específicas y se puso a punto. Con Murillo arrinconado por el técnico, el francés pasó a la posición de tercer central y los problemas de Garay con las lesiones le hicieron avanzar a la primera línea de batalla con casi todo por hacer y en un entramado defensivo en el que, por aquel entonces, las dudas y los miedos caían a plomo sobre la cabeza de todos a excepción de José Gayà

En ese contexto de inseguridad generalizada que se vio con absoluta nitidez en el partido ante la Real Sociedad en Anoeta es muy difícil salvar el tipo. Y más, con 21 años. Su proceso de maduración estaba pensado en otros tiempos y quedó expuesto al máximo al error. Sus participaciones desafinadas le costaron pronto el puesto en la Sub-21 francesa, donde era el capitán, y lo situaron justo en el centro de la diana para un sector de la crítica más destructiva. Diakhaby es más de lo que ha mostrado hasta ahora y los que mejor lo conocen aseguran que su buena comparecencia en el Allianz Stadium es el principio. Su bautismo debe servirle para ir a más. En sus dos primeros partidos ante un rival de primera magnitud -hace dos temporadas ante la Juventus- ya salió bien parado del pulso con Higuaín y se destapó como uno de los centrales jóvenes con más proyección de Europa en su primer año en el OL. En su vuelta a Turín, además de anotar un gol con la mano que fue anulado, protagonizó la ocasión más clara para los valencianistas en un cabezazo a toda potencia. Fue el hombre más peligroso en el área rival y estuvo aplicado en tareas defensivas, desbaratando cada embestida y anticipándose a atacantes peligrosos como Mandzukic o Cristiano Ronaldo.