Geoffrey Kondogbia y Raphaël Varane guardan una conexión especial. Hablar de amistad son palabras mayores, pero el cariño y el buen rollo queda, también el respeto como adversarios. Los dos futbolistas forman parte de la misma generación, crecieron juntos en la cantera del Racing Club de Lens y fueron quemando etapas a toda velocidad hasta dar el salto a la elite de la mano. Aquel trayecto dejó huella. Antes de su debut en el primer equipo, los dos compartieron alegrías y decepciones, miles de entrenamientos y una buna pila de kilómetros por carretera. Durante un tiempo, el padre de Kondogbia se encargó de llevar a los dos pequeños gigantes. En las más de trescientas horas de coche que Basile Kondogbia empleó para apoyar y cuidar de su hijo, muchas fueron con Varane de pasajero.

Raphaël y Geoffrey comenzaron a jugar juntos a los once años, desde etapa alevín. Nacidos en 1993, la pareja siempre fue un paso por delante de los chicos de su generación. Por poder físico, personalidad y base técnica, nunca pasaban desapercibidos. La brecha con el resto se abrió definitivamente por mentalidad, sacrificio y desarrollo dentro de un ambiente familiar sano. Kondogbia entró en la rueda de la categorías inferiores de la selección francesa en categoría Sub-16, como bleus empezaron a coincidir también a partir del ciclo Sub-18 hasta la absoluta. Los dos son un orgullo y un modelo de éxito para el Centro técnico y deportivo de La Gaillette, la célebre academia del Lens, inaugurada en otoño de 2002.

El Lens compité en Ligue 2 (segunda división francesa), pelea cerca de la zona de promoción y ascenso de la mano de Philippe Montanier, entrenador que llevó hace unos pocos años a la Real Sociedad hasta la Champions. El club está lejos de la explosión que vivió hace dos décadas, cuando ganó una Copa de la Liga, una Ligue 1 y alcanzó las semifinales de la UEFA. Los errores le llevaron a convertirse en el clásico equipo ascensor. Antes, el presidente Gervais Martel tuvo una visión determinante para el club, esencial en el camino de Kondogbia y Varane. El Lens invirtió el dinero de la Champions en construir un complejo de vanguardia con el objetivo de captar y formar futbolistas. La cadena de montaje Sang et Or (sangre y oro, por los colores de la entidad) ha sostenido al equipo con vida y ha generado 200 millones de euros en ingresos.

Sin músculo financiero para atacar el mercado, no hubo mejor salvavidas que Kondogbia y Varane. Jean-Guy Wallemme les dio la alternativa de forma consecutiva. Primero fue el central -que jugó mucho de mediocentro- el 7 de noviembre de 2010, ante el Montpellier. Catorce días después llegó el turno para el centrocampista, ante el Lyon. En pleno terremoto, con cambio de entrenador incluido, no hubo forma de evitar el descenso a Ligue 2. Dos partidos jugaron juntos. Varane ya tenía claro su camino desde hacía meses. Zinedine Zidane le llamó, pero pidió tiempo para terminar el bachillerato. La mayoría no hubiera resistido, como ha pasado en los últimos años con Adel Taarabt, Gaël Kakuta, Timothée Kolodziejczak, Jeff Reine-Adélaïde, Yassin Fortune, Dimitri Kevin Cavaré o William Bianda, joven apuesta de Monchi para la Roma. Precisamente fue el exdirector deportivo del Sevilla el responsable de la salida de Kondogbia de Lens. Geoffrey aguantó una temporada más que Varane en el estadio Bollaert-Delelis. El centrocampista siempre ha preferido ir paso a paso, maduró un año en segunda división, conquistó el ascenso y dejó cuatro millones de euros en caja. En Sevilla no cumplió doce meses... su trapasó al Real Madrid estuvo prácticamente hecho. Kondogbia se quedó a un pasito de volver a jugar con Varane, lo evitó el clausulazo del Mónaco (20 millones). Luego pasó al Inter y llegó la resurreción en Valencia.