Ferran Torres tiene un muro que derribar. Su potencial es el mismo que el año pasado, la calidad de su trabajo en el día a día también se mantiene incólumne en este tiempo pero el extremo de Foios no tiene la frescura mental ni la confianza que demostró desde el primer día de su salto a la élite. Ser canterano no es una empresa fácil a las órdenes de Marcelino. Y menos, cuando vienen mal dadas. La falta de resultados ha mediatizado hasta el más mínimo detalle en los últimos meses y el asturiano, en efecto, es más rígido en la toma de decisiones, entendiendo que el margen de improvisación es menor. El panorama le ha llevado a aferrarse a lo que interpreta como certezas y eso ha afectado de lleno al '20', en torno al que el Valencia CF decidió ejecutar una apuesta deportiva sin precedentes el curso pasado.

La valoración de la cúpula en torno a Ferran no ha variado ni un ápice, creen que es un jugador que puede marcar diferencias pero para cumplir esa expectativa necesita minutos y un contexto que le permita desencadenar su fútbol. Es básico. Soler, el último en consolidarse, lo encontró en la figura de Voro. Gayà. La falta de oportunidades ha provocado en él una involución y su confianza en el césped cada día es menor. Se la juega menos, es menos resolutivo y eso es algo que más allá de su impacto en cifras -cero asistencias y cero goles-, salta a la vista.

El muro de Ferran a día de hoy es la consideración que le dispensa Marcelino en este año de tormenta y toma forma cuando se analiza el reparto de minutos en la plantilla. El técnico ha conformado esta temporada una rotación en torno a diecisiete de los veintiún jugadores de la plantilla. De Neto (1.980 minutos) hasta Cheryshev (854) -cada uno con su rol- hay una escalera en la que se reconoce un equilibrio. A partir del jugador número diecisiete, en cambio, existe un salto significativo de más de 300 minutos. Ferran (517 minutos) es el número dieciocho y por detrás de él vienen Vezo (487), VezoLato

El de Foios, en definitiva, es el cuarto jugador con menos minutos jugados entre las tres competiciones, el último de vocación ofensiva, ha participado en 15 ocasiones siendo cinco de ellas titular y las otras diez suplente. De la última titularidad en LaLiga han pasado casi tres meses y medio -fue el día 23 de septiembre ante el Villarreal en La Cerámica- y el encuentro contra el Young Boys, una de las peores referencias colectivas del equipo en la temporada, marcó un antes y un después... Para él. Desde entonces solo ha salido en el once en la eliminatoria de Copa del Rey ante el Ebro, un Segunda B.

Satisfechos con su actitud

Cuando ha partido desde el banquillo la mayoría de veces el partido estaba decidido y la mayoría de veces, teniendo en cuenta que el Valencia CF lleva en LaLiga cuatro victorias en 18 partidos, ha sido con un resultado negativo. Cambiar la realidad partiendo desde el banquillo es muy complicado, y más jugando tan atrás en el campo como está jugando el Valencia CF este año. Todo ese panorama le pasa factura y como la mayoría de los jugadores del equipo está preso por el miedo a fallar. Ferran no tiene nada que ver con el jugador que brilló en San Mamés el año pasado. Aquel estaba limpio de cabeza. Hoy vive en constante reivindicación y sin apenas margen para convencer. Su aportación, en esa espiral, se reduce -naturalmente- a pinceladas o fogonazos. Le falta continuidad para crecer. El club mantiene que no escucha ofertas por él ni de cesión ni de traspaso -a la cuarta planta de las oficinas de Micer Mascó ha llegado un fuerte interés por el canterano- pero en un partido que parecía destinado a que apareciera para demostrar y reclarmar su sitio Marcelino sorprendió a todos cambiando el sistema, algo inédito desde que aterrizó en verano de 2017.

La decisión, tomada desde la inseguridad y como una solución de emergencia buscando más equilibrio en el once titular, perjudicó al de Foios. Su actitud, entre tanto, es encomiable y en el cuerpo técnico la interpretan de forma muy positiva. Después de salir decidido a agitar el juego de ataque en una posición que no era la suya -partió desde el trivote hacia afuera, canalizando el poco juego ofensivo del equipo en un partido que, otra vez, ya estaba decidido- y sabiendo, por otra parte, que no jugar de titular debió suponer un revés importante para él, Marcelino da mucho valor a lo que hizo en Mendizorrotza.

Recomponer la confianza del jugador de 18 años es clave y es una misión que implica no solo a Ferran Torres, que debe aprovechar sus oportunidades, sino también al cuerpo técnico, que aún en una situación de dificultad debe gestionar sus activos con sensibilidad si la idea después es exigir rendimiento. El '20' es material sensible y Marcelino lo ha visto. Tras el partido en Vitoria se acercó a él y el domingo, en la vuelta a Paterna, volvió a hacer de psicólogo. Próxima parada, este martes en Gijón.