La lógica es asignatura pendiente para el Valencia CF está temporada. Hace tiempo que lo sencillo resulta un problema y la última muestra en El Molinón es contundente. El equipo dobló la rodilla ante los suplentes del Sporting y puede romperse de nuevo ante el Valladolid. Marcelino tiene seca la imaginación, pero cuenta con una serie de mínimos competitivos que deberían ayudar a marcar la diferencia en favor de la normalidad. El primero, Francis Coquelin. La recuperación del francés ordenará el once respecto a Mendizorrotza, donde la sangría de bajas fue devastadora. El Valencia CF está en estado crítico, pero hay un equipo peor en LaLiga: el Valladolid. Sólo el Espanyol Marcelino tiene que aprovechar esta última oportunidad para volver a engancharse... si es posible todavía.

En contra del Valencia y a favor del Valladolid están las dudas y el contexto, los objetivos. Sergio todavía no tiene la soga al cuello. La última derrota contra el Rayo ha hecho daño, pero los pucelanos están cuatro puntos por encima del descenso; su prioridad es la permanencia. La clasificación todavía mantiene una temperatura agradable, pero el juego y las sensaciones se están enfriando. La derrota en Copa del Rey ante el Getafe, en el último minuto, tampoco ayuda, aunque Sergio se lo guardase todo para Mestalla.

Los defectos del Valladolid se están haciendo evidentes: falta gol, le cuesta generar ocasiones claras, se echa de menos un mediocentro capaz de generar equilibrio -con y sin balón- y los rivales le llegan cada vez más fácil. El Valladolid es uno de los equipos de LaLiga con menos disparos a favor y está entre los que más remates sufre. Hacer gol le resulta complicado; 16 tantos ha firmado, como Valencia y Leganés, los peores del campeonato.

Reponerse de los golpes

Sergio espera recuperar los principios que en el arranque del curso le permitieron competir a alto nivel ante los mejores. El Valladolid está en una fase confusa, donde la inestabilidad, la precipitación y las limitaciones se sienten. Pese a todo, tiene su peligro y lo ha demostrado en San Mamés, Anoeta y el Pizjuán. Fuera de casa, los pucelanos son realmente peligrosos. Han hecho los mismos puntos que el Sevilla. Zona Europa League. El motivo es su idiosincrasia. Llevar la iniciativa le cuesta un mundo. Resistiendo y buscando el error del rival están mucho más cómodos. Mestalla les beneficia. El empeñará una política de riesgos cero. El abecé de Sergio tiene muchos puntos en común con el de Marcelino. La prioridad: crecer a partir de la defensa. En su mejor versión los blanquivioletas manejan la presión con inteligencia, trabajan en bloque y a partir de ahí exprimen sus armas en ataque, con transiciones rápidas y muy cortas, en dos, tres, cuatro pases intentan llegar a zona de peligro, sin posesiones largas. Luego, repliegue y reorganización defensiva, todos juntitos; una parte que les está costando interpretar por la necesidad de buscar el resultado. Como sucedió en el Zorrilla tras el gol de Medrán a los 30 segundos. Ya no pudieron remontar el 1-0.

El Valencia tiene que gestionar el espacio y el tiempo con inteligencia. El control fundamental es el emocional. El Valladolid tiene que sentir la diferencia de calidad y que jugadores como Masip (portero) no sean protagonistas. El Valladolid se dibuja en 4-4-2. Óscar Plano -en gran momento- es el punta que se asocia con la línea de medios y trabaja como un centrocampista más. Toni Villa arranca desde la banda, pero se mete hacia adentro y pica entre líneas para proyectar a Nacho Martínez, Keko añade amplitud, Rubén Alcaraz muerde a todo campo y Míchel Herrero aporta juego en la medular, Calero luce en defensa... Así juega el Valladolid.