El Valencia CF traslada confianza. Esta necesitado de buenos resultados y continuidad, por supuesto, pero proyecta seguridad y esperanza en su relato, que no es poco atendiendo al revoltijo de promesas y dudas soportado hasta la fecha. Marcelino ha cobrado energía al amparo del vestuario. La pequeña gesta ante el Sporting refuerza el alegato lanzado por los pesos pesados tras el duro empate ante el Valladolid. La clasificación para los cuartos en Copa era el paso inmediato que el equipo debía dar para reflejar ese compromiso sobre el campo. Ahora, toca seguir adelante ganando en Balaídos. Sin victorias, el predicamento perdería valor y se produciría un frenazo con retorno complicado. La última semana ha redescubierto la mejor versión del grupo, elevado a bloque. Buena señal cuando todos reman en la misma dirección. Mateu ha argumentado -en privado- su respaldo al míster asturiano. No tenía porqué disfrazar la realidad y la sensación que produjo en su confidente fue rotunda: «El Valencia va a recuperarse en la segunda vuelta». No es una simpleza. Hace una semana un huracán iba a arrasar con todo.

El Celta marca el principio del asalto dos en la temporada. La vida extra cuelga de un alambre, pero la intención es exprimir cada oportunidad, sin renunciar a nada, en ningún frente. LaLiga. El equipo puede dar un salto tremendo si suma tres puntos. También puede precipitarse al abismo si falla. Basta con asomarse a la clasificación. El Celta está una posición -dos puntos- por encima del descenso y tiene al Valencia a otros dos. El Getafe -rival copero- es sexto, con ocho unidades más que los de Marcelino. La situación obliga a ganar de forma consecutiva, cuestión que coincide con el momento crítico de la temporada 2017/18 y obliga al cuerpo técnico a romper con una de las etiquetas que siempre le amenaza: su media de puntos inferior en las segundas vueltas. El tiempo aprieta en la garganta, pero guarda la recuperación de Guedes

El Celta mide la mejoría

Marcelino ve bien a los futbolistas, con un estado de ánimo más favorable. Balaídos servirá para medir el alcance de esa mejoría. El míster advierte un cambio de dinámica: hasta ahora, la progresión en muchos partidos era de más a menos, ante Valladolid La Copa fija un punto de ruptura respecto a lo vivido, por ejemplo, con el golazo de Rubén Alcaraz. El Sporting tuvo una gran ocasión y la falló. El equipo se repuso, generó ocasiones, las llevó al marcador, tuvo pólvora e hizo sentir la diferencia de categoría y de calidad con su adversario. Cuestión que sólo había ocurrido en Champions ante el Young Boys.

Resolver los problemas con el gol es fundamental. El bloqueo no puede durar siempre y está el comodín del mercado. No lo dice Marcelino, los jugadores también asumen la responsabilidad y los números refuerzan el argumento, mal empleado como excusa en algunas ocasiones. El último informe del CIES Football Observatory refleja el desajuste entre puntos y méritos. El cruce de datos concede cuatro unidades más al Valencia CF, la brecha (-15%) marca esa falta de eficacia y advierte que este tipo de márgenes se corrigen con el tiempo. Es otro argumento positivo.

El once está claro

El equipo deja poco espacio para la sorpresa. Piccini o PicciniWass El Celta está herido, lleva tres derrotas seguidas, está huérfano de su líder -Iago Aspas- y ha perdido a Okay, fundamental para el equilibrio de la medular. El conjunto de Cardoso ataca bien, pero tiene problemas en su estructura defensiva. El míster asturiano insistió en que si el Valencia produce ocasiones como en los últimos partidos, acierta y suma un alto nivel defensivo multiplicará sus opciones de éxito. Para que la ola de crisis muera en Balaídos hacen falta certezas.