«Queridos...». Así suelen comenzar las charlas de José Bordalás (Alacant, 1964) a sus futbolistas. Uno de los grandes secretos del técnico, al que los últimos enfrentamientos con el Valencia CF van camino de consagrar como archienemigo de Marcelino, es su capacidad de contagiar su personalidad y su manera de entender el fútbol a sus hombres. Del Alicante, Benidorm o Alcoyano hasta el Getafe; la muestra es sólida. La intensidad con la que se emplea el rival del Valencia CF no es más que una proyección del carácter que inculca su entrenador. Reducirlo todo a ese punto sería injusto pero esa conexión es la base de su método y a partir de ahí entran en juego el resto de elementos.

A los equipos de Bordalás nunca les falta mala leche. Ha mamado el fútbol desde abajo. Quizá por ello entiende que es un ingrediente valioso en el fútbol y que los partidos comienzan a ganarse desde antes incluso de salir al túnel de vestuarios. Le pide a sus jugadores que griten y que se hagan notar desde antes del partido. Si los All Blacks tienen su haka, los de Bordalás tienen su particular puesta en escena.

El alicantino quiere a sus equipos metidos pero no es suficiente con ello, sino que el rival debe notar que están ahí y que van a por todas con el puñal entre los dientes. Conoce el arte de la guerra y esa batalla psicológica representa para él un valor específico comparable casi al de una jugada de estrategia o un penalti en el momento más decisivo. Los jugadores del Valencia CF daban cuenta del estruendo desde fuera del vestuario del Coliseum.

La puesta en escena, destinada a motivar a los suyos y a intimidar al rival, se repite partido tras partido. De puertas hacia adentro Bordalás es un tipo protector, sensible y cariñoso -tiene jugadores fetiche que ha ido incorporando a su staff de trabajo en algunas etapas de su carrera- pero, del mismo modo, saca las garras cuando la situación lo exige: cuando entra en combustión es un volcán. Psicólogo, hombre del látigo y a la vez líder. Contagia, no impone. Antunes lo definía días atrás: «Bordalás manda en todo, es el comandante». Sus jugadores asumen el papel de soldados.