¿Suerte? ¿Mentalidad? ¿Confianza? En un mundo tan competitivo como el fútbol profesional muy pocas circunstancias quedan libremente en manos de la diosa fortuna. El azar existe, como en las demás facetas de la vida, pero suele ponerse del lado de quien lo busca. El secreto de la reacción del Valencia CF se halla principalmente en la fe del equipo. En la capacidad para reaccionar a golpes como el gol con el que el joven talento del Krasnodar, Suleymanov, le había enviado a los infiernos europeos en el minuto 85. El Valencia se labró su suerte. No cayó, se levantó y se dirigió con más ímpetu que nunca hacia la portería de Safonov. El esfuerzo en la presión de Cheryshev dio frutos. La pelota robada por el ruso fue a parar a Coquelin, que se la dejó a Gameiro en la banda derecha. El francés empezó a fabricar el milagro del 93' deshaciéndose de Ramírez y sirviendo a Guedes un pase mortal.

La actitud del grupo ha sido un factor fundamental en el hecho de que el Valencia no se haya derrumbado por completo a lo largo de la temporada. Los pupilos de Marcelino nunca arrojaron la toalla y pelearon hasta el último suspiro de cada partido, incluso, en los tramos más grises del curso. He ahí los ejemplos de los goles sobre la bocina de Gayà, Diakhaby o Piccini frente a Leganés, GayàDiakhabyPicciniSevilla. Además, a partir de 2019 los blanquinegros han cimentado la reacción -manteniendo vivos los objetivos en tres competiciones- añadiendo mejores niveles de confianza y acierto a la lucha constante del minuto 1 al 90. Los resultados inciden en el atrevimiento, determinante para el éxito en acciones como la de Gameiro y Guedes en Rusia. La fe recobrada en ellos mismos ayuda que las piernas no tiemblen a apenas 20 segundos de la nada.

Es una cuestión circular. Los resultados influyen en la confianza, y esta a su vez en las victorias, siendo el compromiso el necesario punto de partida. La capacidad para sobreponerse a la adversidad en cada partido se ha extrapolado al contexto general de la temporada. La pelea hasta el final se ha convertido en el factor diferencial de un Valencia que se ha acostumbrado a sufrir. "Como se sufre desde fuera... ¡orgulloso del EQUIPO! ¡Seguimos peleando! Grande Guedes, ¡te lo mereces!", escribió Dani Parejo en las redes sociales después de que en la noche del jueves el conjunto se clasificara 'in extremis' para los cuartos de final de la Liga Europa.

"Todo el equipo ha creído hasta el final. Creía que podía hacer un buen regate, ahí tenemos milésimas de segundo para decidir. Lo hice bien y estoy muy contento... Siempre luchamos para ganar y lograr nuestras metas. Estamos en tres competiciones y queremos llegar lo más lejos posible, así que hay que dar el máximo y creer hasta el final", dijo el '7' portugués después del partido. Una línea de pensamiento que Marcelino ha conseguido que impregne a todo el vestuario. Las palabras de Cheryshev, el hombre que peleó por un balón que estaba en los pies del Krasnodar en el 92', son otra prueba. "Este equipo ha demostrado que siempre cree hasta el final", apuntó el '11'.

Carácter que engancha

Esa capacidad competitiva engancha a una afición que se ilusiona con la posibilidad de alcanzar una segunda final, la del 29 de mayo en Bakú por el título europeo. Históricamente la lucha ha sido una marca de identidad del Valencia, bautizado en el pasado como bronco y copero. La estadística reafirma al equipo de Marcelino, autor de 13 goles en la 'zona Cesarini', llamada así en honor al legendario delantero de la Juve especialista en marcar goles a partir del minuto 80.