Carlos Soler terminó la temporada a lo grande, con dos títulos: la Copa del Rey -con esa carrera legendaria en la que se comió a Jordi Alba- y la Eurocopa Sub-21. Arrancó el 4 de julio de 2018 y remató el 1 de julio de 2019. Hace un mes sólamente. El centrocampista superó los sesenta partidos y colaboró en dos finales: Sevilla -25 de mayo- con el Valencia y Udine -30 de junio- con la Sub-21. Una maravillosa locura. Después de disfrutar de unas merecidas vacaciones, se incorporó a la pretemporada la semana pasada. Carlos se puso a las órdenes de Marcelino el día 24. En esta doble cita ante Brighton y Bayer Leverkusen tendrá sus primeros minutos. El Torneo Cinco Violinos le llegó demasiado pronto y por eso no viajó a Lisboa para rodar ante el Sporting. Ahora tiene más margen.

Lo importante llega a partir del 17 de agosto (primera jornada de LaLiga, en Mestalla ante la Real Sociedad), pero está fase es fundamental para tomar temperatura competitiva. El reto de Soler es responder en un contexto en el que no ha tenido respiro, aunque siempre empieza fuerte. Lo vivido le va a dar poso y le va a servir para gestionar lo que le espera. El centrocampista lo tiene claro: no puede detenerse, tiene que seguir mejorando, en lo individual y lo colectivo. Los números son claros (mirar tabla) y subrayan su evolución en el proceso de revelación a confirmación. Más minutos disputados, más goles, más asistencias y mejores soluciones en un contexto todavía más exigente. Responder a las expectativas no es sencillo y Carlos lo ha hecho desde la continuidad, dando un volumen de rendimiento mínimo por encima de la media.

Soler está con ganas... obviamente. Es un currante, intenta hacer su trabajo desde la discreción, aunque siempre desprende entusiasmo. Así ha vuelto a los entrenamientos. La pretemporada es mucha toma de contacto y muchas horas de entrenamiento para arrancar lo mejor posible; está muy ilusionado con lo que viene. Volver a luchar por las cuatro primeras plazas en LaLiga, la Copa del Rey, la Supercopa de España... Uno de los desafíos que tiene subrayado es la Liga de Campeones. Su presentación en la competición más exigente del planeta a nivel de clubes fue realmente prometedora -la UEFA le seleccionó en el once ideal de la fase de grupos- y pasar el corte hasta los octavos es uno de los objetivos de partida, en bloque.

Repetir lo del año pasado es difícil, pero no van a dejar nada para que salga otra muy buena temporada. Los problemas en el mando de la institución han sido importantes, pero el vestuario confía en la continuidad de Marcelino como punto de referencia para seguir compitiendo al máximo nivel. Hasta el desencuentro en la dirección, la sensación del cuerpo técnico, también por los datos que manejan, es que el equipo estaba en condiciones de llegar a la jornada uno mejor que el verano pasado. Superar el impacto de la crisis también es otro reto para el grupo.

Soler está centrado en coger el punto lo antes posible. Es sólo el principio, pero el curso 2019/2020 echará el cierre con la Eurocopa y con los Juegos Olímpicos de Tokio. El Valencia CF siempre es la prioridad, pero brillar tiene premio. Carlos fue imprescindible en el camino de la Sub-21, más allá del título, los de De la Fuente también sellaron el billete para las Olimpiadas y Carlos estaría en 'condiciones' (menor de 23 años) de disfrutar de esa experiencia única en Japón.