Si el Valencia CF lo llama, el jugador estará. La apuesta por Rafinha Alcántara, en el epicentro del cisma que ha soportado el Valencia CF en las últimas semanas y que casi se lleva por delante el proyecto, no es fácil pero tampoco se puede decir que esté descartado. Está, por decirlo de alguna manera, sometido a un análisis más exhaustivo, no por la valía del jugador, pese a las dudas que en un principio podía generar la lesión de la que viene, sino por lo mucho que condiciona a otros jugadores por los que también quiere apostar el Valencia CF.

A favor de ese empeño y casi se podría decir enamoramiento por parte de Marcelino está la intención y el deseo del jugador, quien a pesar de toda la problemática desatada en València quiere jugar en Mestalla y está dispuesto a esperar. Sabe que el FC Barcelona quiere que salga pero le queda un año de contrato y está en condiciones de forzar hasta el final. Pese a todo, el míster no es optimista. El encaje de las piezas debe ser ideal. La configuración de la plantilla debe sostener un equilibrio y el futbolista ya fue motivo de desencuentro entre la propiedad y Mateu Alemany.