El Valencia de Marcelino pasó meses y meses el año pasado buscando un punto de inflexión que no encontraba. El verdadero cambio para acabar siendo un equipo campeón se produjo en aquella épica remontada al Getafe en los cuartos de final de la Copa del Rey. Todo cambió la noche del 30 de enero de 2019. "¡Qué bonito es el fútbol cuando se vuelve loco. Bueno, bueno, bueno!". Rodrigo Moreno llevó la locura a Mestalla con un 'hat-trick' en el minuto 94 para devolver la confianza a los jugadores, a la afición y a un entrenador cuya continuidad estaba en el aire. Todos comenzaron a creer. El resultado fue la conquista de un título once años después. Aquel día cambió la suerte del Valencia y de un vestuario que vuelve a estar en horas bajas en un contexto difícil y que espera que el Getafe se convierta otra vez en un motor para la reacción.

La rivalidad entre el Valencia y el Getafe sirvió de motivación extra para que los de Marcelino apostaran por la Copa y lucharán hasta el final por la cuarta plaza de Champions propiedad de los azulones. El pique entre los dos equipos nació a principios de diciembre de 2017 en el Coliseum. El mismo día que llegaba la primera derrota de la era Marcelino. La actitud antideportiva de Damián Suárez encendió la mecha. Desde aquel día saltaron chispas en todos y cada uno de los partidos y ruedas de prensa posteriores. El uruguayo se llevó la bronca de Mestalla en la segunda vuelta. Por si fuera poco, el año pasado en Liga llegó a entrar al autobús del equipo en busca de Rubén Uría. La policía tuvo que intervenir para que la cosa no fuera a mayores. Marcelino volvió a lanzar más leña al fuego en la previa de la eliminatoria de Copa: "El Getafe juega al borde del reglamento. Jugamos contra el equipo que era el que más faltas hace". Empezaba la guerra de dos entrenadores que dejaron de saludarse y que se lanzaban dardos cada vez que tenían un micrófono delante. "He visto que Marcelino ha tenido problemas con Jürgen Klopp", contestaba José Bordalás rescatando aquellas palabras del técnico del Liverpool en las que decía que "no sería ni un segundo de mi vida como Marcelino".

El pique traspasó fronteras y hasta el Cholo Simeone salió a defender al técnico azulón. Damián agredió a Kang In en la ida de la Copa en un pisotón que colmó la paciencia del vestuario. Por si fuera poco, el segundo de Bordalás se dirigió al banquillo del Valencia tras el gol de Molina haciendo el gesto de llorones con ambas manos. La remontada de la vuelta acabó con trifulca tras el pitido final -las agresiones de Diakhaby, Bruno y Damián quedaron reflejadas en el acta arbitral- y con mucha rabia de los azulones. "Vaya vergüenza de arbitraje", le decía Jaime Mata al árbitro. "El Valencia se ha pasado toda la semana llorando y ha dado resultado", se quejaba Jorge Molina. El pique se prolongó hasta el final de la Liga. Ángel Torres llamaba "macarra" al hijo de Marcelino, sacaba a la palestra el famoso gol de Casquero con el Racing y tiraba un dardo a su mujer por su mensaje en aquel polémico Sporting-Villarreal. Marcelino contestaba. "Desde que tuve una entrevista con él porque me quería fichar y le dije que no". La batalla había traspasado el terreno personal. Por si fuera poco, el Valencia acabó cuarto y se acordó del Getafe en las celebraciones de la Copa del Rey a grito de "¡Tocó en Hugo Duro!" en el vestuario del Benito Villamarín y hasta en el balcón del Ayuntamiento en boca de Gabriel Paulista. Hasta los agentes del delantero del Getafe se meterieron en el lío denunciando el cántico en un comunicado. De locos.

¿Y ahora qué? El clima de tensión se ha rebajado sin Marcelino. Celades y Bordalás se han encargado de calmar los ánimos y enterrar el hacha con sus declaraciones en rueda de prensa. "Soy consciente de lo que se vivió el año pasado, yo lo viví como aficionado y tengo información interna, pero lo que pasó pasó y vamos a intentar hablar de fútbol, ojalá todo sea cordial y solo pensemos en fútbol y no en cosas que no son agradables para nadie", decía Celades. También quiso zanjar la polémica Bordalás. "Cada año es diferente, lo del año pasado forma parte del a historia, solo estamos centrados en el partido de mañana. No ha habido mucho tiempo para prepararlo, lo afrontamos con la máxima ilusión y conscientes de que el Valencia es un rival muy difícil. Nunca espero un mal recibimiento en ningún sitio. Somos un equipo, lo que ocurrió el año pasado se exageró. Está olvidado", decía este martes Bordalás. El tiempo lo dirá.