Christophe Galtier dio una lección táctica en el duelo que el Lille dejó sin victoria al Valencia CF. El zarpazo de Jonathan Ikoné recupera en la memoria los fantasmas de Berna (empate con el Young Boys hace un año), pero el rival tiene otro nivel. El Valencia CF estaba advertido: El Lille no venía bien pero es lobo con piel de cordero. Galtier respondió a la etiqueta de mejor entrenador de Francia. Su planteamiento y su gestión del partido fue de número uno. Es un crack en el apartado emocional. El míster galo llevaba jugando este partido desde la derrota en Toulouse, cuando hizo saltar las alarmas con una dura crítica. En la previa agitó a su equipo, reclamando fuego y confianza. Para empezar se 'cargó' a Ikoné y Bamba. Sacrificó a sus dos cracks. La celebración de Ikoné deja clara que dolió. Esa era la intención. Asumió los riesgos.

Galtier no se quedó ahí. Fiel al 4-2-3-1, puso tres centrales para mejorar en transiciones, pero fue muy agresivo en la recuperación; presionó alto y con muchos jugadores. Así asfixió al Valencia, incapaz de encontrar soluciones. Al término del partido, el técnico mostró sus sensaciones agridulces: "Estoy triste por mis jugadores, porque jugaron un verdadero partido de Champions.